Deloitte, la firma de auditoria contratada para supervisar las cuentas del Banco Financiero y de Ahorros (BFA), la matriz de Bankia, calculó hace días un agujero contable de unos 3.500 millones de euros en la entidad y por eso se negó a firmar sus cuentas del 2011, lo que fue una de las razones que provocó la caída de su todavía presidente en funciones, Rodrigo Rato.

Los auditores estimaron que BFA tenía sobrevalorada Bankia en esos 3.500 millones e instaron al banco a hacer un saneamiento extraordinario, según ha publicado El País y confirman fuentes financieras. De lo contrario, amenazaron con incluir una "salvedad" en su informe, que es como se conoce en su argot cuando una firma deja claro que no estima que las cuentas reflejan la situación real de una entidad.

BFA tiene contabilizada su participación en Bankia en 12.000 millones de euros, pero su valor contable es de 8.500 millones. Deloitte estimó que el banco debía hacer un saneamiento por esa minusvalía de 3.500 millones. Al no poder realizarlo contra su cuentas de resultados (soló declaró un beneficio de 41 millones el año pasado), debería emprenderlo contra su patrimonio, que asciende a 3.515 millones.

Nacionalizado

Como este se hubiera quedado a cero, la entidad se habría visto obligada a transformar los 4.465 millones de participaciones preferentes en ayudas que le concedió el Estado en acciones, con lo que el banco hubiera resultado nacionalizado. BFA entendía que no tenía por qué realizar esta operación, ya que su participación en Bankia no está a la venta ni forma parte de sus carteras de negociación, sino que es una inversión a largo plazo, con lo que podía ir saneándola gracias al plan de reestructuración que negociaba con el Ministerio de Economía.

Las diferencias entre BFA y Deloitte provocaron que la entidad publicara sus cuentas sin auditar el pasado viernes, fuera de plazo. Fue uno de los motivos por los que el Gobierno forzó la salida de Rato el pasado viernes.