El 2 de mayo del 2015, el Córdoba CF pidió alojamiento de nuevo en Segunda División A sin que una sola lágrima de alguno de los jugadores blanquiverdes que aquella tarde saltaron al campo corriera por El Arcángel. El 12 de junio del 2005, sin embargo, había sido conmovedor el desgarro que produjo en el ánimo del vestuario cordobesista la sentencia del descenso a Segunda División B ante el Valladolid, con Cristian Álvarez y Marc Bertrán en la sala de prensa intentando articular una frase justificatoria para pedir perdón con los ojos desbordados por el llanto. Nada que ver en la actitud de un equipo y otro ante el dolor de una afición. A ojos de la grada, el ¿equipo? de José Antonio Romero había dado una lección ejemplar de insensibilidad. Unos, los del 2005, lloraban; otros, los del 2015, se daban codazos para conseguir la camiseta de alguna de las estrellas del FC Barcelona que acababan de propinarles el rejón de muerte con un humillante 0 a 8. Y entre los azulgrana se encontraba Andrés Iniesta.

El héroe del Soccer City de Johannesburgo el 11 de julio de 2010 estuvo 61 minutos sobre el césped de El Arcángel. El segundo gol de los ocho del Barcelona llevó en parte el sello del manchego, pues Iniesta asistió a Luis Suárez para que el uruguayo anotase. A partir de ahí, el Córdoba se dejó llevar sin apenas plantarle cara a la humillación.

No había jugado antes el de Fuentealbilla en El Arcángel. Iniesta no estuvo entre los elegidos por Tito Vilanova para la eliminatoria de la Copa del Rey que se abrió en el estadio de El Arenal el 12 de diciembre del 2012, al que las hemerotecas dieron un aliño de morbo pues blanquiverdes y azulgranas no se habían vuelto a ver desde que Fermín le quitó un título de Liga al Barça para pasárselo al Real Madrid el 7 de mayo de 1972. Tampoco consta que participase en alguna de las expediciones de los juveniles de la Masía que formaron parte de los carteles del ya desaparecido Trofeo Ciudad de Los Califas, que sirvió de pasarela a promociones de futuribles del FC Barcelona. Tampoco vino con los combinados sub 21 que a lo largo de la primera década del siglo XXI frecuentaron Córdoba.

Aquel 2 de mayo del 2015 fue la primera vez. Había, por tanto, una deuda pendiente entre la afición cordobesa e Iniesta, ya saldada en otros estadios del fútbol español. Porque todavía la grada de El Arcángel no había podido cumplir en primera persona con el que nos dicen que es el deber de todo bien nacido, y el exilio hasta entonces de la Primera División había sido una larga zanja que había impedido transmitir a Iniesta el agradecimiento por aquel zapatazo que batió a Maarten Stekelenburg y dio a España su primera Copa del Mundo.

Era el minuto 61 y el Barça ganaba al Córdoba ya por 0 a 4. Aún quedaban por llegar otros cuatro tantos más. Iniesta cruzaba la línea de cal para dejar su puesto a Xavi, y El Arcángel puesto en pie volvió a rescatar de la memoria el gol en el Soccer City para señalar a su héroe como un ser inmortal.