Tercera victoria consecutiva. Invicto en lo que se lleva de año. Nueve goles a favor y uno en contra. Diez puntos de los últimos doce disputados. Las teorías con este Córdoba no valen. Al igual que el Córdoba del año era el equipo rebelde, el que se peleaba con todo y con todos, el de esta temporada, vista la riña que tienen algunos de los de su propia casa entre ellos, se ha empeñado en ir pasito a pasito, sin ruido, a su bola, que se suele decir. Como queriendo mandar un mensaje claro a todos: "Que los enemigos son aquellos", a semejanza de aquel mítico "Domingo, los de rojo son los nuestros" del inefable Bilardo.

"Todos los días, oye, todos los días. Lo tenía detrás del banquillo. Qué malo eres, cambia ya a fulanito, ¿no ves que nos van a marcar? Así, en todos los partidos y la mayoría los ganábamos, ¿sabes? Ibamos quintos, luego segundos y al final, ascendimos. La crítica descendía paulatinamente, pero no desaparecía y en el partido en el que ascendimos, al anotar el primer gol le miré por primera vez en todo el año, con algo de retranca, lo reconozco". El relato es de un extécnico blanquiverde. "Anda que no has tenido suerte", le respondió, con un mohín de contrariedad (!) a pesar de que su equipo había logrado un hito absolutamente inesperado nueve meses antes. Entre risas me dijo que le contestó: "Sí, pero también ha sido tu suerte, no lo olvides. Y la de todos estos", y señaló al estadio. "Y la váis a disfrutar la temporada que viene", remarcó. Es el mismo extécnico que aseguró que "cuando todo va mal se te lesiona alguien vital y los arbitrajes siempre son en contra. En cambio, ese año, hasta los arbitrajes me dejaron sorprendido. ¡A mí!".

Hoy habrá más de un aficionado blanquiverde que intentará restar mérito al triunfo del equipo en El Sardinero. El primero en su historia. La primera vez que marcaba en ese estadio. Una victoria que le mete de lleno en los play-off cuando aún tiene pendiente la plantilla la incorporación de dos elementos que serán fundamentales, sobre todo uno, para el futuro del equipo. Pero mientras eso llega, este Córdoba, el que está, los 19 que pegan bocados partido tras partido, continúa lanzando un grito de reivindicación para sí mismos que no todos son capaces de oír. Algo que ver tendrá el ruido existente alrededor de este grupo que merece, al menos (si no más), el reconocimiento que tuvo el de la temporada pasada.

Mientras ese reconocimiento en forma de respaldo, apoyo y aliento llega, el Córdoba de Rafa Berges sigue sumando y ayer se impuso en un partido feo, malo, ante un rival con cara de superviviente y que, como tal, saltó al césped cántabro. Cuchillo entre los dientes, un poquito del otro fútbol y presión a tope fueron los condimentos de un Racing que no tiene juego pero sí empuje y calidad individual en algunos de sus miembros, un Racing que recordaba al Córdoba de otros tiempos, paradójicamente. Ya desde el inicio, Sureda Cuenca mandó avisos de que la ruleta empezaba a girar y los blanquiverdes tomaron nota. No les interesaba un partido físico, de choque y más con el balear vestido de negro. Pero el primer concepto sí lo logró el conjunto racinguista. Un partido de empuje, de balones divididos, de pelea. Al Córdoba se le notaba incómodo, lograba tener el balón en alguna fase de la primera mitad, pero los guerreros cántabros y el colegiado eran motivos suficientes para tener paciencia y esperar su ocasión. Sin embargo, el Racing se adelantó de la única manera

que podía hacerlo: a balón parado. No había merecido tanto el Racing como para ir por delante en el marcador, pero pocos minutos después, el gol de Dorca fue igualado, también a balón parado, por Abel Gómez de falta directa con la colaboración de Mario, que en la segunda parte se redimió de su error con varias buenas paradas.

La primera mitad, en todo caso, siguió el guión previsto vista la puesta en escena de ambos equipos sobre el campo. El Córdoba esperaba con paciencia la bajada física de los cántabros y si estos tuvieron baraka a balón parado, él también. Arrancó la segunda mitad y el Córdoba ya avisó con una gran ocasión de Pedro y otra de Fede Vico. Pero la paciencia de los de Berges iba a tener el camino muy corto gracias a Sureda Cuenca. La verdad es que en el duelo Francis-Dubarbier era previsible que uno de los dos no iba a terminar el partido y el colegiado se decantó por el primero. A los cinco minutos también mandó a la ducha a Juanmi por simular, supuestamente, una falta. Si los blanquiverdes tenían en mente esperar al último cuarto de hora, esa segunda expulsión principalmente les allanó el camino. Pedro adelantó a los suyos y justo en ese momento se acabó el partido.

Los de Berges evitaban a toda costa una polémica, una falta, un balón dividido que pudiera darle la excusa al que llevaba las tarjetas de compensar , mientras que El Sardinero clamaba contra el arbitraje y contra los cordobesistas. A cinco del final, la tercera expulsión, insistimos, cuando no había nada en el césped y solo López Silva quiso dejar su sello personal en forma de golazo.

Los tres puntos viajaban en el autobús del Córdoba que llegará hoy sobre las 7.30 de la mañana. Puntos que dejan al equipo en puestos de play-off siete meses después desde la última ocasión y que sirven, insistimos, como una nueva muestra de reivindicación y de aviso para su afición, para todos los que aman lo blanco y verde: ¡Ya estamos aquí!