Oakland ya tiene un elemento del que poder presumir. La ciudad situada en la Bahía de San Francisco, conocida por sus problemas de bandas, drogas y con una población étnicamente muy diversa vive estos días su momento de gloria. Su equipo, los Golden State Warriors han entrado en el libro de oro de la historia de la NBA al conseguir el mejor inicio de temporada con 16 victorias en otros tantos partidos. Y todo hace indicar que esto no ha hecho nada más que empezar.

Además, por si no fuera suficiente, los Warriors firmaron la gesta ante unos Lakers en franca decadencia como refleja su gran estandarte Kobe Bryant, que realizó su peor partido desde hace muchos años con un 1 de 14 en tiros de campo que fue definitivo para que los suyos claudicaran ante el poderío del conjunto de Oakland(111-77). el triunfo permite a los Warriors, por una parte, superar la histórica marca que firmó los Capitols de Washington en la temporada 1948-1949 y, por otro lado, rubricar sus credenciales por conseguir revalidar el anillo.

Una vez más, Stephen Curry se erigió como el gran líder de una orquesta que va de recital en recital en lo que llevamos de campeonato y que hace que cada partido sea una gran oportunidad para ver jugar un equipo de leyenda. Sin cambiar un ápice de su apuesta, con un juego alegre y rompiendo la barrera de la lógica, también consiguieron extender su marca de franquicia al conseguir 27 triunfos seguidos como locales

LOS LAKERS, UN TRÁMITE

Eran pocos los valientes que se atrevían a pronosticar que los Lakerspodían evitar esta racha histórica y más viendo el paupérrimo inicio de campaña del equipo de Byron Scott. Últimos, con cuatro derrotas consecutivas y un balance de dos victorias y doce derrotas, el conjunto de Los Ángeles no pudo aguantar el envite en el Oracle Arena. Los 24 puntos de Curry, los 18 de Draymond Green y los 13 del brasileño Leandro Barbosa fueron más que suficientes para llevarse el encuentro.

El ala-pívot Julius Randle y el base Lou Williams, con diez puntos cada uno, tiraron de orgullo para maquillar el marcador final de un partido que sirvió para ver la peor versión de Kobe Bryant, cuatro puntos y fiel reflejo del final de una época gloriosa para el conjunto de California.