Los dos alpinistas cordobeses que coronaron la montaña más alta del mundo, el Everest, el pasado 21 de mayo, llegaron a Córdoba al filo de las 13 horas de ayer tras estar más de dos meses lejos de sus casas. Cansados pero felices por la gesta conseguida disfrutaron del recibimiento que les hicieron sus familiares y amigos en la estación del AVE. Tanto el cordobés Ricardo Guerrero Martínez como el montillano José Baena Roca no se mostraron sorprendidos por ver a algo más de medio centenar de personas que, desplazados en su mayor parte desde Montilla, esperaron a estos dos montañeros a la salida del tren que traía a ambos desde Madrid. Hubo pancartas de miembros del club al que pertenece Baena, el Piedra Luenga, y hasta una tarta cuyas velas reflejaban los metros de altura que tiene actualmente el Everest, 8.848. Guerrero y Baena apagaron al unísono las velas.

Ricardo Guerrero, que ya ha llegado a la cima de tres montañas de más de 8.000 metros de altura, dice que la llegada a la cima de este Everest que tiene 8.848 metros de altura es "un proyecto en el que hemos estado trabajando cinco años con mucha gente. Al final se ha alcanzado el objetivo. Damos las gracias al Ayuntamiento de Córdoba que ha sido el que ha apostado por nosotros desde el principio". Asegura el montañero cordobés que "el Everest es factible, incluso creo que en Córdoba hay mucho material humano para hacer cosas más importantes que el Everest. Esta montaña es importante por lo simbólico de subir la bandera de la Capitalidad Cultural. Es un objetivo más de Córdoba que personal. Tener que subir el Everest obliga a estar demasiado tiempo ocupado para cualquier persona".

Mientras, José Baena, que hasta hace unos días no había subido ninguna montaña por encima de los 8.000 metros, apuntó que "ha sido una experiencia bonita. Al final de tanto tiempo trabajando y luchando para llegar a la cumbre lo hemos conseguido". El deportista montillano no quiere plantearse por ahora otro reto pues prefiere tomarse un descanso.