Agonizaba el partido en Anoeta, entrando ya en el último suspiro, cuando una cabalgada por la banda izquierda de Jaume Costa, el lateral zurdo del Villarreal, abría el prólogo de un gol tremendamente valioso. Era el minuto 94 cuando Samu Castillejo, que había salido desde el banquillo, entraba en el área de Rulli para certificar un triunfo (0-1), que retrata, al mismo tiempo, la injusticia del fútbol.

Jugó más y mejor la Real Sociedad de Eusebio Sacristán. Un equipo pulcro, ordenado a través del balón, gobernando el partido en todas las fases, excepto en el remate final. Tuvo al Villarreal contra las cuerdas, pero no supo tumbarlo.

Se marchó tanto en busca del triunfo ("seguimos insistiendo en la búsqueda de la victoria", admitió Eusebio), que cuando se dio cuenta perdió un encuentro que era suyo. Una derrota, como recalcó el técnico de la Real, que sirve, además, de aprendizaje. "Cuando no puedes ganar un partido en 75 o en 90 minutos, hay que entender que el empate muchas veces es el menor de los males", ha añadido el técnico del equipo vasco.

El Villarreal, por su parte, se refugió durante todo el partido en el área de Asenjo, aguardando su momento. Parecía que no iba a llegar nunca. Hasta que Samu Castillejo empalmó el disparo de la tranquilidad. "No, no era cuestión de miedo sino que ellos nos atacaron muy bien, pero sin hacer grandes ocasiones de gol", argumentó Fran Escribá, el técnico del Villarreal.