Tengo muchas cosas en la cabeza. Cuando sucede algo así lo mejor es coger un folio y soltarse. Aunque tu cabeza sea un auténtico torbellino, hay que empezar por algo.

Ese algo puede ser el encuentro en el baño de un bar.

En los baños se generan muchas historias. Los baños encierran mucho más que papel higiénico. A veces son un refugio. Otras un escondite. He visto gente en bodas meterse en el baño sin ganas, solo para ver por el móvil cómo va su equipo. He visto a parejas que no lo son acudir a él para no ser vistos, cuando no hay nada más sospechoso que ver salir del baño a un chico y una chica juntos. He visto en sus paredes declaraciones de amor y odio. Dibujos.

- Ven al baño.

- ¿Para qué?

Otras veces van al baño simplemente porque es el único sitio de todo el bar en el que hay luz para hacer una foto. Las fotos son excusas, supongo.

El baño es reflexión.

Vas al baño porque quieres finiquitar una conversación con alguien, porque quieres mirar el whatsapp, porque quieres comprobar que no estás despeinado, porque te aburre soberanamente el partido y no sabes cómo ponerte en la silla. Te ves en medio de una hilera de hombres desconocidos, a escasos centímetros, y no sabes muy bien adónde mirar. Es algo incómodo. Apoyas la cabeza contra la pared y visualizas cómo seguirás la noche, o la tarde.

Hablar de cuartos de baño hoy en día es más interesante que hacerlo del Córdoba. Tienen mucho mérito si han llegado hasta aquí.

Yo últimamente entro al baño para leer un email que me llega cada noche. La hora es incierta y oscila entre las doce y las dos de la madrugada. En esos emails hay muchas postdatas. A veces las postdatas son más intensas que el propio texto. Emocionantes. Y las disfrutas más porque piensas que cada una que lees puede ser la última.

¡Otra! Sonrisa.

- ¿Dónde estaría el Córdoba de no ser por el descuento? -me pregunta un compañero. El descuento son las postdatas de las cartas. No se entiende una carta sin postdata-

El viernes fue largo y el sueño breve.

Pero es que las últimas horas son las mejores. Las calles ya están vacías y nos creemos los dueños de la ciudad.

Si sabes esperar al final verás que suceden historias inesperadas. Por eso nunca he entendido por qué la gente se va antes de tiempo. Ni del estadio ni del bar. Por muy mal que pinte la noche, o la tarde, nunca hay que irse.

Nunca es bastante.

Nos pasamos la vida tomando decisiones y una de ellas es a qué hora retirarnos. Cuando viajas aguantas más, aunque ayer la postdata no llegó a Sevilla. Pero eso no debería desanimarnos para seguir esperándolas.

Empecé hablando de baños y he acabado con postdatas. La verdad es que no tiene demasiado sentido, pero ya dije que hay mucho desorden en mi cabeza.