Sigue siendo el puto amo. Valentino Rossi continúa ejerciendo de Doctor, es el padrino de Marc Márquez, el colega de Jorge Lorenzo, el dueño del equipo Sky de Moto3 en el que corre Romano Fenati, el protagonista de todas las conferencias de prensa, el confidente de Carmelo Ezpeleta, jefe supremo del Mundial, el que lleva la voz cantante en temas de seguridad en las reuniones de cada viernes de GP y ahora, encima, pretende ser subcampeón del mundo "en un año en que il piccolo bastardo ha arrasado no es una mala recompensa". Cuando triunfó, a lo grande, a lo bestia, en su jardín de Misano Adriático, dijo sentirse "como el Papa" al ver la marea, los miles de seguidores amarillos que se postraron bajo el podio.

El pasado domingo, en Phillip Island, donde ha ganado ocho veces (una en 250cc y siete en la categoría reina) volvió a tener, frente a él, un tsunami de feligreses. Pero esta vez Rossi fue más poético. ¿Qué has sentido? "La belleza maravillosa de este trazado que, a falta de tres vueltas, en una curva a 210 kms/h., me ha permitido ver el sol colándose entre las nubes". En Misano supo que Marc Márquez se había caído a sus espaldas, es decir, cuando pretendió seguirle. "Me llevaba con el gancho y, al final, me he caído", dijo el nen de Cervera. En Phillip Island, simplemente lo vio caerse ante sus ojos "y se me abrió el cielo". "Esta vez ha sido la rueda la que ha tirado a Marc", contó Rossi. Alguien le recordó que esta era la tercera caída del bicampeón en los últimos cuatro grandes premios. Y el Doctor fue contundente: "¿Perdón?, para criticar a Marc, que lleva ganados 11 grandes premios este año, hay que ganar, al menos, ocho carreras seguidas".