Valentino Rossi, 38 años («a mí siempre me dice que tiene 37, pero yo miro su fecha de nacimiento y pone 16 de febrero de 1979», bromea Carmelo Ezpeleta, el Bernie Ecclestone de las motos), 353 grandes premios, 114 victorias, 224 podios y 64 'poles', es el gran icono de las dos ruedas. No solo por sus impresionantes resultados deportivos, sino también por su carisma. 'Vale' es el Mundial, 'Vale' es MotoGP.

Todo el mundo está impresionado porque, a los 38 años, en su 22ª temporada (debutó en Malasia-1996), vuelve a estar en la lucha por el título, manteniendo un pulso con otras dos generaciones y estando, siempre, en el grupito que pelea por el podio. Y, sí, llegado Mugello, su jardín, el trazado en el que se superan los 350 km/h, la pista a la que podría ir andando desde su mansión de Tavullia, Rossi vuelve a estar en la pomada, pese a estrellarse, hace una semana, practicando motocrós. Puede que no sea tanto como dice, pero se dañó, sí, y ahí está, como dirían los Estopa, «partiendo la pana e invitando a la peña...».

Hables con quien hables, todos creen que Rossi vive colgado del síndrome de Peter Pan, ese transtorno de la personalidad, donde el sujeto se niega a asumir el paso del tiempo y desempeñar un rol de adulto. El término, acuñado por el psicólogo norteamericano Dan Kiley, hace que 'el Doctor' no solo parezca más joven de lo que es, sino que se ajusta, perfectamente, a la vida que 'Vale' comparte con un enjambre de jóvenes pilotos, todos hambrientos de su gloria, todos sedientos de sus conocimientos, que habitan en su Academia, en su rancho, en su laboratorio.

MÁRQUEZ ELOGIA A VALENTINO

«Yo lo tengo clarísimo: lo que hace que Valentino compita a ese nivelazo, sea tan bueno y agresivo a los 38 años, es su academia, es la VR46. Esa escuela, repleta de jóvenes, le ha contagiado juventud», afirma el catalán Marc Márquez, cinco veces campeón del mundo, ganador de tres de los últimos cuatro títulos de MotoGP. «'Vale' vive en un mundo donde solo hay jóvenes que quieren ser como él y eso le contagia sus ganas de vivir, de entrenar, de correr sin descanso. Ese es su secreto, creo».

«Se divierte, es lo que más le gusta. No ha encontrado nada, nada, que le guste más que pilotar. Para él no es un trabajo. ¿Por qué es tan competitivo?, porque le encanta», cuenta el italiano Livio Suppo, jefe del equipo Repsol-Honda. «Sí, no hay duda, se lo pasa bien, pero yo creo que Valentino sigue ahí, físicamente entero, entrenándose a tope y siendo competitivo porque no es un viejo. Con 38 años, ¡señores!, no se es viejo. Y, también, porque ha escogido este tipo de vida. Hace la vida que le gusta, en su casa, se construye una pista de entrenamiento, crea su escuela, busca 'sparrings' a los que enseñar y entrenar y sigue viviendo con su pandilla», cuenta el excampeón de 125cc, Emilio Alzamora, mánager de los Márquez, que añade: «Y, encima, no lo ves con un Ferrari ni en un megayate, que eso también cuenta, también».

«Lo siento, es Peter Pan ¡es Peter Pan!», relata el fotógrafo italiano Gigi Soldano, su retratista personal, que no se separa de él desde que tenía 12 años. «Es su vida. No conoce otra. No quiere otra. Y, encima, es la mejor del mundo. Se niega a envejecer e, incluso, podría dar parte de su sangre a los chavales que se entrenan con él». Y Gigi se parte de risa. Pero es cierto, muy cierto. «Todo lo que hace es bajo la idea de pasárselo bien, todo», añade el italiano Flavio Fratesi, vicepresidente del Club de Fans de Rossi. «Si no tiene estímulos, ¡se los inventa! Y, aunque muchos no lo crean, nada de todo esto pasa por ganar. Estuvo dos años sin ganar en Ducati y lleva ocho años sin título. Pero ahí sigue, felicísimo».

NADA COMO PILOTAR

Rossi, en efecto, se lo sigue pasando en grande. Ahí está, paseándose por Mugello en compañía de 'la tribu de los Chihuahua', que este fin de semana, encima, ejercen de guardaespaldas. «Valentino sabe que cualquier trabajo que tenga luego no será igual que correr, que pilotar», explica el italiano Franco Uncini, de 62 años, campeón del mundo de 500cc (1982) y máximo resposable de seguridad del Mundial. «Mire, yo tengo un trabajo bellísimo, estupendo, aquí, en las motos, y puedo asegurarle que no es, no, como pilotar».

«Este es su mundo. No tiene otro. Es su Disneyland. No quiere aprender otra cosa. Posee un físico privilegiado, un talento natural brutal y no sabe lo que es sacrificarse porque todo, todo, lo hace encantado», explica el italiano Carlo Pernat, mánager de Andrea Iannone (Suzuki) y uno de los hombres que protegió y ayudó en sus inicios a Rossi.

Yo corrí hasta los 36 años», explica el mítico Giacomo Agostini, poseedor de 15 títulos mundiales. «Valentino ha convertido esto, correr, en su única diversión, en su único trabajo, en su única pasión. Él va en moto, no se entrena, no corre, ¡va en moto! Es su forma de vivir, no su profesión»

Como señala Ezpeleta, «el físico es importante en el deporte de élite ¡claro que sí!, ¡cómo no!, pero más importante es la cabeza, la mente. Empiezas a envejecer en tu cerebro, no en tu cuerpo. Y Valentino tiene, en realidad, menos años de los que pone su pasaporte. Yo, a los 38 años, también ganaba a los jóvenes en la pelota vasca profesional, también. No es una edad de viejo, no».

Rossi es la envidia del mundo.