Se conocieron en 1988. Tal vez fuera el 23 de julio, el día de la presentación del Barça. Eran dos de los fichajes que hicieron entre Johan Cruyff y Josep Lluís Núñez para la refundación del club, medio podrido por dentro por el motín del Hesperia en el que la plantilla pidió la dimisión del presidente.

En medio de los 13 supervivientes, y junto a Manolo Hierro, López Rekarte, José Maria Bakero, Txiki Begiristain, Eusebio Sacristán, Julio Salinas, Miquel Soler y Ricardo Serna, andaban Ernesto Valverde y Juan Carlos Unzué con la boca abierta descubriendo un nuevo mundo. El planeta Barça.

"El Celta tiene un plus de peligrosidad porque Unzué conoce la casa y nuestros mecanismos. Es un estudioso del fútbol, prepara mucho los partidos. Desde luego que está capacitado para ser entrenador del Barça". Valverde de Unzué

Casi treinta años después, nada les puede sorprender en la galaxia futbolística con lo que vieron aquellos días. Ni a Valverde (24) años ni a Unzué (21) les fue demasiado bien su etapa futbolística en el Camp Nou.

Apenas dos temporadas aguantaron en el Barça de Cruyff. Congeniaron en los interminables días de banquillo más que en el campo, y sus caminos se separaron. Tomaron rutas opuestas. El extremo regresó al norte para recalar en el Athletic; el portero buscó calor en el Sevilla. Desde entonces, hasta ahora, han sido adversarios.

"En aquella época ninguno de los dos podíamos pensar que seríamos entrenadores", reconoce Unzué. Descubrieron la vocación con los años. Él era un aficionado al ciclismo y Valverde estaba enfocado en la fotografía. Había iniciado un curso en la Escola Industrial mientras era jugador del Espanyol.

Con la cámara a cuestas

"Allí donde íbamos aparecía él con una cámara. ‘Mira, ahí está el Txingurri con sus fotos’, decíamos", explica Unzué de su rival de hoy, "un tipo fantástico, especial, entrañable", del que "es muy fácil hacerse amigo". Tan fácil, que la amistad ha perdurado pese a las distancias. Y pese a que nunca más han vuelto a ser compañeros.

"El Celta tiene un plus de peligrosidad porque Unzué conoce la casa y nuestros mecanismos. Es un estudioso del fútbol, prepara mucho los partidos. Desde luego que está capacitado para ser entrenador del Barça", proclamaba Valverde. Ya lo ha sido como segundo de Luis Enrique. La necesidad de agitar el vestuario a los tres años, propició que Josep Maria Bartomeu le entregara el mando a Txingurri. Hoy se reencontrarán, pero vestidos con traje, sobre el mismo césped en el que se fotografiaron 29 años atrás.