Nuevo naufragio, otra vez recibiendo una cantidad sonrojante de goles para un equipo que salió con un doble pivote por delante de la defensa y dos extremos que, especialmente Javi Galán, debían socorrer a los laterales para tapar las subidas de Eugeni y Acuña, los atacantes por bandas del Albacete.

El Córdoba de Sandoval volvió a cometer multitud de problemas tácticos, pero también demostró una falta de estilo preocupante y nula capacidad para responder cuando el marcador se puso en contra, cuando solo se llevaban tres minutos de juego. El técnico de los blanquiverdes optó por sacar en el Carlos Belmonte un equipo que estuviese arropado, concediese pocas ocasiones y cerrase por dentro, el principal déficit demostrado ante el Oviedo una semana antes. Pero el plan se desbarató a las primeras de cambio.

Aythami, ni la sombra

Preocupa ver a un delantero con poca técnica y limitado como el ucraniano Zozulia, la referencia ofensiva de los manchegos, hacer trizas a la zaga del Córdoba. Hay jugadores que no están pero a los que se espera como Moisés al maná. Aythami no es siquiera una sombra de lo que fue la pasada temporada, y Vallejo demostró que ni siquiera con un acompañante en el pivote defensivo puede guardar la zona y practicar un fútbol inteligente y posicional. La actuación de Aythami sorprendió por el bajón respecto al rendimiento de la pasada temporada. El central canario provocó un penalti infantil a pesar de su veteranía y sus galones y estuvo desubicado durante la primera parte y buena parte de la segunda. Jamás dotó de solidez defensiva a su equipo.

Pero volvamos al estilo. En la primera jornada Sandoval trató de jugarle de tú a tú al Numancia, y al menos eso sí que lo consiguió. El partido fue por momentos un correcalles y el marcador final (3-3) hizo justicia al fútbol desplegado por ambos conjuntos. Ese sello valiente y por momentos ofensivos quedó desechado ante el Oviedo, que encontró los huecos entre el centro del campo y la defensa e hizo lo que quiso a la contra. El técnico del Córdoba trató de paliar estos problemas en el Carlos Belmonte situando a Vallejo y a Bambock en la medular y sentando a Javi Lara y Aguado. Pero ese doble pivote fue incapaz de vertebrar el juego del equipo para conectar con los atacantes.

Cuando el encargado de romper líneas es un hombre veterano como Alfaro, se presupone que uno de los dos mediocentros dará un paso adelante y tratará de organizar el caudal ofensivo. Pero eso no ocurrió. El Albacete presionó de forma inteligente la salida de balón del Córdoba y los centrales optaron por lanzar balones en largo -por no decir patadones a donde caiga la pelota. Piovaccari era una isla y Jovanovic, de los pocos que demostró garra y amor propio, tenía que pelearse él solito contra toda la defensa rival. De Javi Galán mejor no hablamos. Bueno sí: inoperante en ataque e incapaz de ayudar a un sobrepasado Quezada en defensa. Sandoval retiró al pacense tras el descanso y esa fue una de sus mejores decisiones en el encuentro.

Lo positivo, sin embargo, es que aún solo se han jugado tres partidos y queda un mundo -39 jornadas- hasta el fin de la Liga. Lo negativo: el equipo no muestra pulso, Sandoval reconoció que se ha tocado fondo, pero en este Córdoba ha demostrado que sabe escalar como un jabato, aunque también cavar con un pico para sacar un escalón más al subsuelo. Queda mucho trabajo por delante, y a eso debe agarrarse el equipo.

El director deportivo Rafa Berges aseguró que el próximo partido ante el Alcorcón es «una final», pero estas palabras parecen precipitadas a tenor del camino que aún queda por recorrer. Los objetivos jamás pueden conseguirse si se plantea el recorrido como 39 finales a cara de perro y apelando simplemente a la épica. Es necesario trabajar en cada entrenamiento, corregir los errores, implantar un estilo definido y sacar el máximo jugo a una plantilla que no es la mejor de Segunda División, pero tampoco es la peor, aunque eso sea lo que refleja ahora mismo la clasificación. El arranque liguero es un aviso a navegantes: el verano fue un caos pero no es excusa. En la plantilla hay 24 jugadores y estos deben demostrar más calidad, más amor propio y más intensidad en los próximos encuentros. Salir cuanto antes de la zona de descenso es fundamental para que cambie la cara de este Córdoba y se evite otro mes de enero tumultuoso con 7.000 personas en El Arcángel. El cambio de ciclo que llegó con Jesús León no puede agotarse en nueve meses. Hay savia de la que extraer cambios positivos. Y a ello debe dedicarse el club a la voz de ya.