Antes de que arrancara la edición de este año del Abierto de Estados Unidos Roger Federer, el mayor campeón de la historia del tenis masculino, 20 grandes en su inigualada carrera, aseguraba que veía a la nueva generación lista para dar el salto, “tocando a la puerta”, amenazando el reinado que mantienen desde hace tres lustros en lo más alto él, Rafael Nadal, Novak Djokovic y, en menor medida, Andy Murray. El suizo de 37 años mencionaba a jóvenes promesas como Alexander Zverev, de 21 años; Stefanos Tsitsipas, de 20; Denis Shapolov, de 19... Y, sin embargo, cuando este domingo en la pista Arthur Ashe se juegue la final, no habrá rastro de relevo.

Del Potro consuela a Nadal al retirarse por lesión. / TIMOTHY A. CLARY (AFP)

El último grande del año vuelve a ser cosa de mayores. Y quienes estarán luchando por el título son dos veteranos: Djokovic, de 31 años, dueño de 13 grandes ya, incluyendo dos en Nueva York; y Juan Martín del Potro, el argentino de 29 años que en 2009 fue uno de los pocos capaz de romper el triunvirato precisamente en Flushing Meadows.

El duelo de los dos amigos, decimonoveno en sus carreras pero el primero que libran en una final de Grand Slam, cobró forma el viernes tras la contundente victoria por 6-3, 6-4 y 6-2 de Djokovic sobre Kei Nishikori (28 años) y después de que la reaparición de problemas con el tendón rotuliano en la rodilla derecha forzara a Rafael Nadal (32 años) a tomar cuando el marcador se inclinaba dos sets a cero a favor de Del Potro (7-6 y 6-2) una decisión que odia: retirarse.

Baja casi segura para la Davis

Había algo nuevo en un dolor que conoce bien el número 1 del mundo, baja prácticamente segura para la Copa Davis. “Esta vez”, según explicaba, fue “más intenso” y “peor”, porque apareció en el quinto juego del primer set, “rápido, en un solo gesto, no poco a poco”. Pero hay también mucho de conocido en la lesión. “Es una parte importante de mi carrera”, recordaba. “Solo queda aceptarlo y seguir trabajando para cuando vuelva a ocurrir”.

Alguien le preguntó en la sala de prensa si las lesiones forman parte de la realidad del tenis moderno, extremadamente exigente con el cuerpo si se quiere estar al más alto nivel. Y aunque Nadal apuntó a cierta “injusticia” cuando el periodista equiparó sus lesiones a las de otros jugadores (“comparen cuántos Grand Slams y Master 1000 me he perdido yo y cuántos se han perdido ellos”), también recordó: “No puedo quejarme y no lo haré. Es como es e, incluso así, estoy en buen lugar en la historia del deporte”. “Sigo siendo muy competitivo a los 32 años”, dijo también. “Todo el mundo dijo que por mi estilo tendría una carrera corta y aquí estoy. Voy a seguir peleando y trabajando duro. Es todo”.

Una final por la tele

Las lesiones forman parte ineludible de la narrativa de la final de este Abierto en cualquier caso. Hace un año, justamente, Djokovic seguía por televisión la edición que ganó Nadal. El codo que llevaba dos años dándole molestias le alejó de las pistas y finalmente a principios de año se decidió a pasar por quirófano. Tras seis meses de ausencia su retorno fue difícil, pero volvió a la plena forma en Wimbledon, donde consiguió su decimotercer grande. Y ahora puede sumar el decimocuarto.

Nishikori y Djokovic se saludan al final de su duelo. / MATTHEW STOCKMAN (AFP)

Para Del Potro, aunque hace ya tres años que se produjo su vuelta al circuito tras cuatro operaciones en las muñecas (una en su derecha dominante y tres en la izquierda), y aunque ya ha escalado hasta colocarse como número 3 del mundo, la narrativa de la superación tras dos años de calvario sigue tan viva como en 2015. “Sufrí un montón, estuve deprimido un par de meses, no sabía cómo sentirme mejor conmigo mismo, de hacer esto de nuevo. Pero eso ha quedado en el pasado y es otra realidad, un buen presente”.