Carlos Caballero, capitán del Córdoba, pasó ayer por rueda de prensa en una comparecencia plena de reconocimiento y asunción de errores, por un lado, y de disposición por arreglar la crítica situación del equipo por otra. Eso sí, en cuanto al diagnóstico de lo que le pasa al equipo el madrileño pasó por varias posibilidades, descartó alguna que otra y no tenía demasiado claro, al menos públicamente, lo que le puede ocurrir a este Córdoba, centrándose en que es «un cúmulo de cosas». Descartó, por ejemplo, «que sea un problema físico; no hemos tenido una primera parte buena y luego una segunda en la que se caiga el equipo físicamente», además de que «el míster nos ha pasado los números y físicamente el equipo está bien». Por lo tanto había que ir a lo táctico. Merino «ha incidido siempre en la solidez defensiva», ya que «en la primera etapa nos estaba costando encajar bastantes goles y derrotas, quizás, un poco más dolorosas o donde la imagen no estaba siendo demasiado buena» aunque, por otro lado, también explicó que «no veo una plantilla en la que tengamos que ir a arrinconarnos y esperar a que el rival no tenga su día». Por lo tanto, «tenemos que dar mucho más todos para generar más ocasiones, porque se está viendo ahora mismo, no es secreto, que nos está costando mucho hacer goles».

Por lo tanto, y con esos condicionantes que generan un cambio radical en el planteamiento táctico y reivindicando siempre el valor de la plantilla («llevo muchos años y no considero que esta plantilla sea inferior o tan inferior a otras plantillas», dijo), el capitán blanquiverde apeló a lo emocional, al carácter, a lo psicológico, como uno de los puntos débiles de este Córdoba. Aunque ese punto flaco lo observó más como una consecuencia de la misma situación en la que está el equipo y no como un rasgo intrínseco del conjunto blanquiverde. «El vestuario está muy jodido», admitió Caballero, que comentó que hay mucha comunicación entre los jugadores entre sí y con el cuerpo técnico. «Carácter, contundencia, agresividad, va también en función de los resultados. Si ganas 1-0 igual se dice que el equipo ha estado súper intenso o súper metido. Pierdes 0-1 y parece que todo es al revés», justificó el capitán blanquiverde, que insistió en más de una ocasión en que «el trabajo es máximo» y que «el vestuario está comprometido con la causa».

Reiteró Caballero el punto del estado anímico y del compromiso al asegurar que «tenemos que centrarnos en trabajar, en estar lo más comprometidos posible con el escudo y la ciudad, los capitanes tenemos esa responsabilidad» para que «aquel que se salga del tiesto meterle el dedo en el culo, como se dice malamente; apretar los dientes y saber la responsabilidad que tenemos todos de cara a nosotros, al club y a la ciudad, a todo».

Por lo tanto, para Caballero la solución pasa desde esta misma semana por tomarse el duelo del domingo ante el filial del Sevilla «como una final, como un partido de play-off, en el que está todo el mundo metido», pero también recordó que aunque «queda una barbaridad» de jornadas «no puede servir para decir bueno, que pase lo que tenga que pasar en Sevilla, queda muchísimo. No. Tenemos que tomarlo como el partido más importante del año» y como una oportunidad «para decir, joder, estamos vivos».

También confía en que «la gente apoye y dé la cara con nosotros, porque hay que apretar los dientes al máximo», por lo que volvió a reivindicar el plantel que junto a Lara, Fernández y Alfaro capitanea y su validez para revertir la situación: «Somos últimos por méritos propios. Aún estamos a tiempo».