Sigue diciendo que si no se llega a caer el domingo del Jura, en la etapa que acabó en Chambéry, y que si no se estampa otra vez sobre el asfalto en la insignificante etapa de Pau, previa a los Pirineos, El sábado estaría luchando por el jersey amarillo. Herido, como si un mal espíritu lo persiguiera en el Tour desde el 2010, quizás este viernes fue la última vez que el aficionado al ciclismo vio a Alberto Contador subir por una cumbre del Tour. El año que viene será el último en la vida deportiva del corredor madrileño y en el entorno de su equipo ya se destapa la posibilidad de que se despida del ciclismo profesional corriendo el Giro y la Vuelta y olvidándose del Tour.

LOS PLANES DE FUTURO

"No quiero hablar de los planes del año que viene. Solo sé que en el fondo me lo estoy pasando bien porque sé que la gente ha disfrutado de mis ataques". Todas las etapas principales de montaña, tanto en los Pirineos como en los Alpes, han contado con algún ataque de Contador. De hecho, entre el 'top ten' de la carrera que cierra el corredor español, él ha sido el único que ha demarrado de lejos, junto a Warren Barguil, el mejor rey de la montaña en muchos Tours.

Contador atacó en el Peyresourde, aunque fue capturado, y al día siguiente se marcó un espectáculo marca de la casa, camino de Foix, poniendo en jaque a la ronda francesa al llevarse a su estela a Mikel Landa, quien por muy pocos segundos no fue líder provisional de la carrera. Así es Contador. No tendrá la furia del pasado, pero a la que puede se escapa, aunque el empeño le haga morir deportivamente en el camino. Sin embargo, así disfruta, también en los Alpes.

El miércoles se escapó y batió el récord de ascensión en la Croix de Fer y en el Izoard volvió a hacer lo mismo, justo en el demarraje que le sirvió a Barguil para conseguir el triunfo en el Izoard. El jueves, como el miércoles, como en los Pirineos, fue capturado. Pero ya advirtió, tras perder cuatro minutos en el Jura, al final de la primera semana completa de carrera, que su meta en este Tour sería divertirse, fugarse, pasárselo bien y hacer vibrar a la afición con un ciclista que ha ganado el Tour, la Vuelta y el Giro.

Ahora vive una batalla de posicionamiento en su equipo, al que quiere forzar para que le rodee de buenos escaladores en la Vuelta (empieza en un mes) y se olvide de alinear a llaneadores preparados para lanzar a John Degenkolb en los pocos esprint que habrá en la ronda española. Lo más seguro es que gane este combate mientras aguarda una decisión para el año que viene.