El partido de mañana enfrenta a dos situaciones complicadas (una más que otra), a dos momentos de angustia, a una falta de confianza contra una necesidad de creer en algo. Córdoba y Mallorca cruzan dos rachas negativas. La blanquiverde, de siete derrotas consecutivas como visitante. La bermellona, de nueve jornadas sin ganar y más de dos meses sin un triunfo en casa. Los de Carrión, con la bocanada de aire que supuso el triunfo ante el Almería. Y los de Sergi, con una necesidad de brutal de oxígeno, sabedores de que el Córdoba puede llevarse la última bombona.

De ahí que ambos técnicos se centraran ayer, en sus comparecencias ante la prensa, en enfocar sus problemas más inminententes, en forma de rachas.

Sergi aseguró que su Mallorca es «más fuerte y sólido en casa. Por números y estadísticas tenemos que ganar y llegamos con confianza de que podemos hacerlo. Estoy convencido de que ganaremos a partir del domingo». Por lo tanto, el entrenador bermellón aseguró que su equipo «tiene que ser ambicioso y tener claro que sólo se llegará al triunfo si eres más fuerte que el rival. La única manera en la que podemos presentarnos ante nuestra afición es con la idea de ser valientes. Tenemos que apostar por lo que sabemos hacer y dejarnos de experimentos».

Y mientras que el Mallorca está vislumbrando el fondo del pozo, con psicóloga incluida, el Córdoba está a la suya. Carrión, reconoció lo obvio: «Tenemos una espina clavada lejos de El Arcángel, por lo que hace falta sumar tres puntos fuera», ya que «ganar en Mallorca supondría dar un un paso adelante importante». El técnico blanquiverde insistió en que «hay que acabar con la mala dinámica fuera» y defendió, para ello, que no suele plantear los partidos de manera diferente cuando se trata de viajar. «No suelo variar de casa a fuera, porque hay que ir a ganar siempre y no creo en un once más ofensivo en casa».

La de mañana será una final entre un equipo que ve su salvación en casa y otro que quiere «quitarse una espinita» como visitante.