El Córdoba visita esta tarde uno de los campos grandes de Segunda. Incluso de Primera. Y no lo hace con su mejor cara. Además, el Zaragoza marca uno de sus mejores momentos de la temporada, más por resultados que por juego, es cierto, pero los de Paco Herrera llevan dos triunfos consecutivos, uno de ellos en el Gran Canaria, y contemplan el duelo de esta tarde como un punto de arranque definitivo para estar en el lugar que todos esperaban de ellos: en los puestos cabeceros de la tabla. Herrera recupera después de muchas semanas a Luis García, que podría tener unos minutos al final del choque según como se desarrolle este, y no tiene previstos grandes cambios en el once inicial con respecto al equipo que se impuso por la mínima y con mucho sufrimiento en el estadio insular. En todo caso, esas variaciones se centrarían en los tres que actúen en el centro del campo, en el que uno parece fijo (Barkero) y los otros dos puestos han de jugárselos Paglialunga, Movilla y el canterano Tarsi. Tanto en la línea de defensa como en los tres de ataque, el técnico zaragocista parece tener las ideas claras. Además, los blanquillos tendrán el apoyo de su afición, muy crítica por lo padecido en los últimos años, pero que paralelamente ve que por fin su equipo arranca.

El Córdoba no solo intentará gripar ese amago zaragocista, sino que busca romper su racha de dos derrotas consecutivas y nueve puntos sobre los últimos 27 disputados. La semana, llena de reacciones por el mensaje lanzado por alguien muy cercano al técnico, ha estado salpicada de declaraciones de jugadores blanquiverdes defendiendo el trabajo de Pablo Villa, mensajes reafirmándose en el compromiso de estos para con el club cordobesista y su entrenador. Hoy tocará hablar sobre el verde césped de aragonés. Esta tarde será el momento de mostrar el compromiso de este equipo, no solo ante su técnico, sino ante el Córdoba y su masa social. Más allá de declaraciones, tan fáciles de realizar como estériles, hay que remitirse al himno del Córdoba: sobre el campo, la verdad. Y que La Romareda lo escuche.