Con calor o con la tarde fresca, París siempre se entrega al ganador del Tour y más cuando este reconoce que se ha enamorado de esta carrera. «Tenéis la mejor carrera y yo estoy enamorado de ella». Y más si es el que viste de amarillo es todo un campeón, llamado Chris Froome y capaz de ganar cuatro Tours, tres de forma consecutiva, y con ello aspirar el año que viene a una quinta victoria para emular a los más grandes: Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Induráin.

«Yo no tengo ídolos y la verdad es que no conozco ni he visto las carreras de Merckx o Induráin, pero si que es un honor que me cataloguen ya al nivel de estos campeones, pero porque sé que cada vez es más difícil quiero seguir mejorando como corredor. Ya lo he hecho en los descensos pero aún debo pulir varios aspectos técnicos. El año que viene volveré aunque no sé si antes iré al Giro». Así se expresó Froome, conocedor del sacrificio que cuesta, meses de trabajo, llegar a Francia para ganar, una, dos, tres y hasta en cuatro ocasiones. Y lo que son las cosas, todas las figuras que han logrado cuatro triunfos luego han conseguido una quinta victoria en París. Posiblemente, si lo certifica en el 2018, Froome habrá sido entre todos los campeones el que logrará el hito gracias a la protección del equipo, un Sky que supera en potencial al resto de escuadras, hasta el punto de haber disputado el Tour con el único corredor, Mikel Landa, que habría privado al ciclista británico de una nueva victoria en los Campos Elíseos. «Tengo el mejor equipo y en ciclismo, como en el fútbol, sería absurdo poner límites presupuestarios. Los grandes clubs de fútbol fichan a las mejores figuras.

SOLO UN ERROR / Froome, de hecho, a pesar de no haber marcado diferencias en la montaña como otros años -de hecho tampoco lo hizo en el 2016 pero sí en el 2013 y el 2015- siempre ha controlado la carrera, ha sabido administrar a sus hombres, no ha cometido ningún error, no se ha caído y ha aprovechado las dos contrarrelojes, sobre todo la última, para apuntillar la clasificación general. «Mi único error fue en Peyragudes. Fue culpa mía porque no comí lo suficiente en la etapa y al final llegué con el depósito en reserva». Y por primera vez paseó por París sin ganar una etapa, aclamado, feliz en el podio, escuchando el himno británico, tomando el micrófono y agradeciendo al público su apoyo, a los suyos, siempre con corrección. «No me importa. Ya preveía que las diferencias en la montaña serían muy apretadas».

La realidad es que Froome llegó al Tour con menos desgaste y sin haber ganado nada; de hecho, por ahora, lo que no es poco, su único triunfo del 2017 es la ronda francesa. Quiere ser el primer ciclista de la historia que gana Tour y Vuelta en un mismo año, lo que nadie ha logrado desde que lo hizo Hinault en 1978.

LANDA, DE RIVAL / Las otras veces Froome llegó a la Vuelta agotado por el esfuerzo del Tour y en este 2017 comprendió que para conseguir la hazaña de una vez necesitaba venir más fresco a la ronda francesa, razón por la que levantó el pie o entrenó con más suavidad en los meses previos, lo que no quita el sacrificio que supone prepararse para ganar en París.

Si el 10 de septiembre consigue la victoria en la Vuelta no volverá más a la ronda española pero como necesita alicientes (el año que viene tendrá 33 años) ya habla de correr Giro y Tour. Y el año que viene tendrá como contrincante a un Landa que, como era de esperar, respetó la tregua y dejó subir a Bardet al podio de París.