El fallecimiento de este Córdoba se produjo hace dos meses, puede que algo más. Desde entonces, el conjunto blanquiverde ha sido un cadáver futbolístico al que se lleva paseando de estadio en estadio con el respaldo de sus dirigentes, que se han ocupado durante semanas en comentar, sotto voce, que no ha pasado a mejor vida, que ha habido otros inconvenientes que han afectado a la plantilla, confeccionada en su principal por dos «expertos»: desde la primera derrota liguera a la falta de respaldo de la grada, pasando por algún «mal momento» de éste o aquél jugador. La misma excusa del último tercio de la Liga pasada, cuando en los pasillos de El Arcángel se juraba y perjuraba que «si dura cinco jornadas más la Liga nos metemos en eliminatorias de ascenso». El equipo se había salvado en la penúltima jornada. Lo normal en cualquier otro club con «exigencia» indicaba que la aspiración veraniega debía ir encaminada a que los que habían sido jugadores importantes en la competición pasada, en ésta debían ser suplentes o pelear con dificultad la titularidad. Es decir, el nivel más bajo en esta campaña, en cuanto a de calidad, debían ser, por ejemplo, hombres como Luso que, precisamente en el Huesca es suplente. El lateral derecho y central que se marcharon a Valladolid fueron sustituidos por Fernández, con una trayectoria dudosa -o Loureiro, peor panorama- y por Josema, un chaval joven proveniente de Segunda B. Se podrían poner muchos más ejemplos, pero el club insiste en estas últimas semanas, susurrando, que la plantilla es para mucho más que para estar en descenso.

Un argumento valorativo, como el que aquí se expone, aunque con una diferencia entre un juicio y otro: el equipo está situado en último lugar y sin síntomas de vida. Existen otros argumentos que rodean al club y que enganchan con lo deportivo: si la gestión general se encuentra con casos como el de la ciudad deportiva, el de Sebas Moyano o el de la valoración del estadio en las cuentas (por poner tres ejemplos inmediatos) y, para colmo, los mismos que han gestionado esos asuntos son los mismos (o el mismo) que han hecho la plantilla, no puede sorprenderse el máximo responsable del Córdoba de que nadie le crea.

Lo anteriormente expuesto deja muchos interrogantes. Pero hay más. ¿En qué universo paralelo un lateral zurdo al que un recién ascendido no le plantea una renovación es firmado por un club de Segunda que deja ir a su titular la pasada temporada que firma, precisamente, por ese recién ascendido? ¿Qué argumento deportivo existe en dejar marchar al suplente del Huesca para traer en su lugar a otro no titular de un equipo descendido a Segunda B? ¿Cuál es el plan genérico para formar una plantilla que ha encajado más de 60 goles en las dos últimas temporadas? ¿Por qué, si eso ha ocurrido en esas dos últimas campañas se entrega el plantel a un entrenador novato cuyo plan es «tener la posesión y jugar al ataque»? ¿Por qué se habla de jugadores de calidad, sobre todo en el centro del campo, cuando éstos, en los dos últilmos años no han sido titulares en los equipos de los que provenían? Sin entrar en muchas más profundidades, cabe recordar que el único jugador que se salva de la quema proviene de Segunda B y estaba llamado, teóricamente, a ser suplente. Él, y no yo, ni usted, ni nadie más le envía un sonrojante mensaje semanal a los dos gurús deportivos que conformaron el plantel.

¿El partido de ayer? El último camposanto que visitó este Córdoba fue el de El Alcoraz, en donde un Huesca a medio gas hizo con él lo que quiso. No necesitó el equipo de Rubi ni tan siquiera meter la cuarta. Con la tercera y sin llegar a punta de gas le fue suficiente. Juan Merino, al igual que su antecesor, está llegando ya al nivel de tener que plantearse una pregunta seria que también se lanzó aquí cuando Carrión estaba en el banquillo: ¿Merece la pena recibir tanto daño o es preferible abandonar lo que, simplemente, no tiene arreglo? Es lógica la pregunta al ver los claros bandazos de los tres últimos partidos, incluido el de ayer. Aceptar esta empresa, sin ningún tipo de inversión, es un santacoloma de aquellos que miraban a los ojos, pero ni por esas es salvable el gaditano.

Al descanso, el Córdoba ya perdía 2-0, con algún gol dudoso, cierto, pero sin posibilidad alguna de salvar a los blanquiverdes que, nada más salir de vestuarios recibieron el tercero. Una acción individual de Guardiola transmitió la sensación de que el cuerpo se movía pero, como en anteriores jornadas, fue un estertor.

Mientras tanto, las preguntas sobre el verde y fuera de él continúan acumulándose. ¿Hay relación entre la falta de inversión en las instalaciones con la posibilidad de perder las de los entrenamientos? ¿Tiene el club preparada alguna alternativa? ¿Hasta dónde se puede extender el millón de euros largos que se ha perdido con Sebas Moyano? ¿Habrá una explicación a la gestión, entre la que se incluye la nueva reinterpretación de El Arcángel? ¿Los gastos de explotación -incluidos los servicios exteriores- que suponen varios millones desde hace al menos tres años serán desglosados públicamente?

Esta semana -por fin- había intención por parte del hijo del máximo accionista y presidente del club de hablar públicamente. Es dudoso que responda a esas preguntas, aunque a la que debería contestar en primer lugar es: ¿Hay intención de reconocer el gravísimo error y de actuar real y sinceramente para revivir a este Córdoba muerto?

Ficha Técnica:

S. D. Huesca: Remiro; Akapo Pulido, Jair, Brezancic (Alexánder González, m. 59); Aguilera, Sastre, Melero; Ferreriro, Gallar (Luso, m. 82); y Chimy Avila (Camacho, m. 78).

Córdoba: Kieszek; J. Fernández (J. Lara, m. 51), Jovanovic, Soler, Pinillos; Edu Ramos, Aguza, Caro, Caballero, (J. Galán, m. 53), Alfaro (Jona, m. 66); y Sergi Guardiola.

Goles: 1-0, m. 18 Sastre; 2-0, m. 41, Melero; 3-0, m. 46 Ferreiro; 3-1, m. 72 Guardiola.

Árbitro: Ais Reig (Comité Territorial Valenciano). Amonestó a Brezancic por parte de los locales, y a Aguza por parte de los visitantes.

Incidencias: Partido correspondiente a la decimoséptima jornada de Segunda División entre disputado en del Alcoraz ante 3.560 espectadores.