En la alta competición cuando aparece el síndrome de la urgencia, los equipos suelen tener miedo a perder, no logran mantener cierto equilibrio para administrar las fases importantes, no toman las decisiones adecuadas, el colectivo se va desmoronando y disolviéndose lentamente; a no ser que como en las grandes empresas de éxito haya alguien (jugadores líderes) que tome decisiones valientes. A veces es mejor ir con todas las consecuencias por lo que crees (aunque te quemes) que ir disolviéndote lentamente. En fútbol siempre se comienza de cero, no hay excusas, hay solo un objetivo, ganar, ganar y ganar; solo existe el presente, si no sabes gestionarlo se irá apagando el futuro, irá aumentando la presión, el nerviosismo, la inseguridad, las dudas... y poco a poco las exigencias irán devorando a la ilusión, esa de la que disfrutó el Córdoba frente al Elche con un resultado a favor (0-2) en el minuto 60. Si los ojos no le "brillan" a un jugador en el campo (capacidad de atención, de concentración, actitud), malo; si le puede la responsabilidad y las exigencias, peor, y si hay que agarrarse como clavo ardiendo al mercado de invierno, muy malo, algo falla y algo falló en la planificación. ¿Cuál es la pócima ideal? Frente al Elche el Córdoba mantuvo cierto orden durante los primeros 25 minutos, logró tener una efectividad al cien por cien en los últimos metros y tuvo cierto equilibrio colectivo. Poco a poco fue bajando intensidad, ritmo y no supo competir a favor. Y en fútbol, como en la vida misma, el respeto no se pide, se gana.