El Tenerife busca hoy asaltar los puestos de promoción y el Córdoba huir de la quema. Casi las mismas aspiraciones se daban en chicharreros y blanquiverdes hace más de 40 años en el Heliodoro, el día en el que se produjo el primer triunfo del Córdoba en el estadio del Tenerife.

Los isleños eran favoritos y tenían serias aspiraciones a disputar la tercera plaza que daba el pasaporte a Primera. Habían ganado al colista en la jornada anterior, el Nástic de Tarragona, en su casa. Curiosamente, el mismo farolillo rojo de la actual temporada. ¿Otra coincidencia en el tiempo? Ignacio Eizaguirre era el segundo entrenador que tomaba la nave cordobesista relevando a Vavá y con un breve paréntesis de Gonzalo Uceda. Por si no fueran pocas las coincidencias, Eizaguirre confió para aquel encuentro en jugadores que habían estado ya en la anterior temporada en el club y a los repescados. Es decir, hombres de la cantera como Mansilla, Gallego, Delgado, Manolo o Álvarez. Y por si fueran pocas las referencias que coinciden, el Tenerife aquel no había perdido en el Heliodoro en toda la temporada.

«Esta noche se ha demostrado que el fútbol no tiene lógica, máxime en el caso en que un equipo teóricamente inferior suple esta desventaja y a base de lucha y sobre todo con delanteros resolutivos, como los ha tenido esta noche el conjunto andaluz, se lleva limpiamente la victoria». Así hablaba uno de los párrafos de la crónica sobre el encuentro realizado por el Córdoba, que goleó al Tenerife por 3-0 con dos goles de Burguete y otro de Rivero, a siete del final, tras una jugada individual, de las muchas que hizo el extremo en su carrera.

El análisis del triunfo blanquiverde, dos días después, dejaba frases de la época: «Digamos que también la aduana fue bondadosa para con los componentes de la expedición blanquiverde, quienes pasaron los regalos sin grandes complicaciones».

Eizaguirre comentaba que «muy mal se tendrían que dar las cosas para que, de nuevo, volviéramos a pasar apuros». Y así fue. El discurrir del Córdoba en las siete jornadas restantes fue plácido, mientras que el Tenerife vio cómo esa goleada encajada ante los blanquiverdes fue el principio del fin en sus aspiraciones y quedó un puesto por delante del Córdoba, precisamente. La euforia post partido llevó a la directiva a entregar una prima de 30.000 pesetas a la plantilla, «la misma que traía el Recreativo a El Arcángel la pasada semana», aunque también se admitía, sin disimulo, que había por medio incentivos de otros clubs, «como es normal en los finales de Liga».

Fue la primera sorpresa, que tuvo continuidad con Alcaraz y Ferrer. Hoy se busca otra.