Son tres vidas y un solo objetivo. Perdón, un único y triple objetivo: ser campeones del mundo. A la vez, claro. Se dejan llamar el Rufea Team pero, en realidad, son tres amigos, una panda, colegas, que, mientras sus carreras deportivas no se crucen en la misma parrilla (cosa que sucederá pronto, muy pronto, demasiado pronto y les pondrá a prueba), comparten todo lo bueno y malo que les ocurra. Los hermanos Márquez, Marc y Alex, y Tito Rabat forman una hermandad, casi una escudería.

Los Rufea, que tiene un líder tetracampeón, el mejor rookie de la historia, el primer bicampeón de MotoGP con 21 años, el chico que lidera una nueva generación, una manera de vivir y correr, tuvieron un sábado prodigioso y han tenido un domingo calculador, sabio, pícaro, fructífero, pero no glorioso. Porque, a sugerencia de su gurú, el Rufea Team ya ha decidido que a la fiesta grande se llega con pequeñas juergas y que la guerra solo se gana superando batallas, escaramuzas, como las que ayer les plantearon sus compañeros de parrilla al hermanísimo y al hijo del joyero. Y los dos sobrevivieron, metiéndole más cabeza que corazón, gastando las pilas de su calculadora y, como les dijo su hermano, el de los dos, aplazando la coronación de Rabat para el domingo en Sepang (Malasia) y la de Alex, para Cheste, ahí donde el niño se convirtió en el rookie del nuevo siglo.

DEMASIADO SUFRIMIENTO "¡Qué chungo es esto de cerrar el título!", exclamó Rabat al bajarse del podio. "Cuando tu cabeza se pone en modo título, no hay manera de hacerle cambiar de idea. ¡Y es que la cabeza piensa! ¿sabes? Y, cuando ha visto que teníamos más a perder que ganar, se ha parado. Y yo con ella. Y hasta la moto. Claro que hacía un viento increíble y los meneos eran de cuidado. De ahí que, de pronto, pensase: ¡Cuidado, Tito, que te va en ello el título mundial! Y me ha sabido a gloria quedar tercero. Bueno, quedar por delante de Mika (Kallio)".

"Era el día de la supervivencia", narró Alex. "De los tres grandes premios que quedaban, este era el más complicado, por decirlo de alguna manera. Había mucho que perder y poco que ganar. Había que driblar este trance en casa de Miller. Y hemos salvado los muebles". A Alex, que se sabe algo más lejos del cetro que su amigo Rabat (Tito tiene suficiente con acabar entre los siete primeros en Malasia y, en 15 de las 16 carreras que ha corrido, solo una vez ha quedado por debajo del cuarto puesto), la cabeza le obedece mucho más que a Tito, la suya. Debe ser el ADN de los Márquez. Y eso que Rabat sabía que ganaría el título en Malasia, de ahí que le dijese a su mejor amigo de Almería, hace ya semanas, que le invitaba a Sepang.

CERQUITA DE MILLER El pequeño Márquez, que cruzó la meta a 35 centímetros de Miller y con un palmo de ventaja sobre Alex Rins, tendrá su primera pelota de partido el domingo, sí, pero complicada: ha de ganar y que Miller quede tercero o más abajo. "Ni lo pienso. Yo iré a la mía. Acabando segundo dos veces, soy campeón. Quiero ganar, pero se trata de un título. Poca broma". La cabeza de Alex no es la de Tito. El hermanísimo es la bomba y piensa, serenamente, que tendrá más oportunidades; Tito se lo ha currado tanto, tanto, que cree que no tendrá otra. O no la atisba. Y, mientras, el cerebro del gran hermano razona por los dos.

FACIL NO SERA, NO El Rufea Team ha pedido hora en el cielo. Se lo están decorando para colocar sus tronos entre algodones, allá en las nubes, y lanzar confetis sobre el pueblo leridano que les da cobijo. No es posible que el hermano de Marc Márquez falle en las dos pelotas de partido que le quedan. Lo tiene demasiado claro como para fallar. Como tampoco es creíble que alguien, como Tito Rabat, que ha ganado siete carreras (Catar, Argentina, Italia, Barcelona, Brno, Silverstone y Misano), ha quedado segundo otras dos veces, tercero otras tres y en tres ocasiones cuarto, tenga difícil acabar entre los siete primeros. Eso sí, Marc esta preocupado, inquieto, nervioso. Tito lo ha dicho más claro: "Hoy estaba atacado". Veremos el domingo en Malasia. Toca