Esta vez se escuchó el himno español, nada que ver con lo del Camp Nou la pasada temporada. Pero fue quizá el himno más fuerte nunca escuchado en un campo de fútbol. Los decibelios de los altavoces del Calderón retumbaron de lo lindo para ahogar los pitos del graderío barcelonista, inferior también en número de seguidores respecto a los del Sevilla, que acompañaron con el tradicional "lo, lo, lo, lo" la Marcha Real.

La de trabajo que ahorró el juez Jesús Torres al millar largo de policías que controlaban los accesos al Vicente Calderón. Con su decisión de levantar el veto a las ‘estelades’ dictado por la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa (quien se añade a la ilustre y larga lista de generadores de independentistas), evitó que los agentes del orden tuvieran que escrudriñar concienzudamente a cada seguidor culé ante la sospecha de llevar la bandera prohibida. Todo un curro, desde luego.

PITOS REQUISADOS

Pero lo que no pudo evitar el juez es que los policías, además de pedir el DNI, requisaran otros objetos, especialmente los que producen un ruido ensordecedor cuando se sopla a través de ellos. Porque lo que sí se requisó en los accesos al estadio fueron miles de pitos y otros artilugios de viento, como vuvuzelas, que pudieran evitar escuchar con claridad la Marcha Real. Toda una quimera porque, por más pitos que se requisaran, el estruendo estaba asegurado. Sobre todo desde la zona culé, ya que se daba por descontado el tarareo del “lo lo lo lo” desde la grada sevillista, que superaba en efectivos a la azulgrana, desgañitándose las gargantas para evitar un nuevo 'ultraje' al himno nacional.

ACTUACIÓN DE LA FISCALÍA

Pero todo fue inútil porque la pitada resultó igualmente considerable. No, claro, no tuvo nada que ver con el descomunal broncazo de la temporada pasada en el Camp Nou, cuando culés y aficionados del Athletic unieron sus cuerdas vocales para ensordecer el himno a la entrada del rey Felipe en el palco. Tan descomunal fue que incluso la Fiscalía abrió diligencias por considerarlo un delito, pero la Audiencia desestimó finalmente el recurso, igual que hizo el juez Santiago Pedraz en el 2009, cuando también bilbaínos y culés, en aquella ocasión en Valencia, en el estadio de Mestalla, abrieron la veda de pitar el himno.

Lo que dejó claro el juez es que la bronca es intrínseca a la libertad de expresión, igual que la exhibición de ‘estelades’, que ondeaban por miles en el Calderón como lo hacen en cada partido en el Camp Nou desde que en el 2014 muchos culés decidieron irrumpir con gritos de “i-inde-independencia” a los 17 minutos y 14 segundos de cada partido, sea de Liga, donde el fervor es mayor cuando el visitante es el Madrid, o en la Champions, competición en la que la reivindicación nacionalista se multiplicó exponencialmente tras el veto de la UEFA a las estelades, finalmente levantado.