Luis Moya, copiloto de Carlos Sainz, siempre decía «¡quién dijo miedo, habiendo hospitales!» De todos es conocido, el dicho taurino de «puerta grande o enfermería». Marc Márquez Alentà (Honda), de 24 años, poseedor de todos los récords de precocidad de la historia del motociclismo, ganador de tres de los últimos cuatro campeonatos de MotoGP, el debutante más joven en ganar el título, con 20 años y 266 días, el más joven en subir al podio, en lograr una pole, en ganar un GP, en lograr una victoria en las tres categorías… en todo, volvió a jugársela, en Misano, en territorio hostil, en el jardín de Valentino Rossi y derrotó, en la primera curva de la última vuelta del GP de San Marino a los ídolos locales, Danilo Petrucci, líder durante 20 vueltas, y Andrea Dovizioso, hasta ese instante líder del Mundial.

27 VUELTAS DUDANDO

Durante 27 de los 28 vueltas que tenía la carrera, Márquez se reprimió. Durante 27 vueltas, el nen de Cervera vivió como un caballo salvaje con las riendas tensas. Durante 27 vueltas, Márquez pensó que ya estaba bien ser segundo si Dovi estaba detrás. Durante 27 vueltas, el campeonísimo más atrevido de todos los tiempos pensó en las 46 caídas que había presenciado en las carreras de Moto3 y Moto2.

«Pero en la vuelta 28, la última, en el giro decisivo, viendo a Dovi ya muy atrás, conformándose con el tercer puesto, pensé ‘has de intentarlo, debes intentarlo, si no lo pruebas no serás Marc Márquez’. Y lo intenté donde creí tener las de ganar, en la primera frenada del trazado, al final de la recta, en la primera curva», explicó el piloto ilerdense al término de la carrrera.

«Lo llevé 20 vueltas detrás, oí su motor todo el tiempo, apreté, pero no logré separarme de él ni 10 metros, así que pensé ‘¡es Marc, lo va a intentar!’ Y, cuando lo intentó, en la bestial frenada de final de recta, me dio miedo, mucho miedo», relató Danilo Petrucci, con su sinceridad de siempre. «Luego le perseguí, fui a por él, no me rendí y, cuando llegamos a la curva 4, el sitio que había escogido para devolverle el adelantamiento, me cerró la puerta con maestría y, entonces sí, entonces pensé, ‘acaba segundo, anda, acaba segundo’. Y así fue».

LA PRUDENCIA DE DOVIZIOSO

La carrera empezó con Jorge Lorenzo (Ducati) escapándose. «Volando», dijo Márquez, «pues su moto pasaba sobre los charcos como si no hubiese agua ¡ni se movía!». Con Dani Pedrosa (Honda), desastroso. Con Maverick Viñales (Yamaha) sufriendo, de nuevo, sobre mojado. «Cuando vi que Jorge iba tan bien, pensé ‘ganará, quédate junto a Dovi, márcalo, vigílalo, acaba delante suyo y listos». Lorenzo se cayó enseguida y Petrucci llegó veloz al liderato. Dovizioso no tenía agarre, cogió la calculadora y reconoció que «era el día para pifiarla, era mucho más fácil caerse, hacer un 0, que ganar y sumar 25 puntos».

Total, las últimas vueltas fueron el chico de casa que, en su carrera 95, podía lograr la primera victoria de su vida y el pentacampeón más precoz, hambriento, sediento, ansioso de convertirse en el sexto líder en 13 carreras. Danilo sabía que pegadito a él llevaba al depredador del paddock. Márquez sabía que «si no lo intentaba, no podría dormir tranquilo pero, si fallaba, ya sabía el titular de los diarios del día siguiente: ¡Adiós al Mundial!».

Puerta grande o enfermería. Esas maniobras son las que solo Marc Márquez Alentà se atreve a hacer. Si hubiese fallado «tenía un pie fuera de la carrera por el título». Pero estuvo prodigioso y, en su última vuelta, la única que dio por delante de Petrucci, hizo la vuelta rápida en carrera. Ese dato, le pareció «¡increible!» porque, durante 4.226 metros y el minuto 47.069 segundos que duró «todo, todo, fueron antitrazadas, no sabía por donde iba».

Iba hacia su cuarto título en cinco años. Quién dijo miedo.