Después de lo dicho ayer y sin nada nuevo bajo el sol, queda solo aferrarse a un orgullo tocado de un grupo de jugadores, principalmente, del que depende salir de una situación que se antoja muy, pero que muy preocupante. Es verdad que el Córdoba está a un punto tan solo de salir de la zona de descenso. Es cierto que una victoria puede ser un punto de inicio a una situación compleja que se ha buscado a pulso un club a la deriva en estos momentos por tantos y múltiples condicionantes. La situación me recuerda demasiado a los últimos días de Rafael Berges hace dos campañas, en medio de un discurso polifónico y un vestuario crecido y amamantado desde dentro, que devoró también a Esnáider y a todo aquel que se hubiera puesto por delante. Las cosas no pasan porque sí. Hay tiempo para dar con una solución con cualquier camino que se tome --el año pasado, por ejemplo, se logró un ascenso--, pero nunca será suficiente sin el trabajo duro y la confianza en lo que se está haciendo.