El norteamericano Randy Mamola no es solo una de las mejores personas que uno puede cruzarse en el ‘paddock’ del Mundial de motociclismo. Mamola es, a sus 57 años, uno de los pilotos más populares de todos los tiempos, cuatro veces subcampeón del mundo de 500cc con Suzuki (1980 y 1981), Honda (1984) y Yamaha (1987), uno de los mejores asesores o ‘coachs’ del campeonato del mundo y, sobre todo, uno de los mayores benefactores que existen en el mundo de las dos ruedas y la velocidad tras crear, en 1996, Riders for Health (Pilotos por la Salud), una ONG que intenta, con la ayuda del mundo de las motos, mejorar la asistencia sanitaria en los pueblos más desamparados de África.

VALENTINO ROSSI, GRAN PROTAGONISTA DE LA SUBASTA

La acción estrella cada año de esta ONG, ahora reconvertida en Two Wheels For Life (Dos ruedas para la vida), presidida por Maria González, esposa de Carmelo Ezpeleta, máximo responsable de Dorna y el Mundial, es la subasta de objetos y eventos que se realiza, cada año, en el fin de semana del Gran Premio de Inglaterra, en Silverstone, un antiguo aeropuerto militar reconvertido en uno de los mejores trazados del mundo. El global de lo recaudado hasta ahora es de 227.000 euros y, lo más significativo, fue lo mucho que se pagó (3.500 euros) por un selfie con Valentino Rossi, el auténtico icono y mito de las carreras, que, él solito, generó ingresos por 15.000 euros. Fue la simpática Kirsten Tilley, aficionada local y seguidora de Rossi, quien abonó esos 3.500 euros.

Mamola trabaja durante todo el año, en compañía de muchas personas del Mundial, en buscar fondos para, fundamentalmente, llegar a acuerdos con dos de las más prestigiosas fábricas de motos, Honda y Yamaha, para conseguir motos muy, muy, especiales y sofisticadamente equipadas para actuar, en siete de los muchos países africanos necesitados, a paliar las necesidades médicas de su población. Two Wheels For Life actúa, de momento, en Zambia, Liberia, Nigeria, Kenya, Gambia, Malauí y Zimbabue, pero no descarta ampliar su radio de acción a medida que aumenten las ayudas.

¿Cómo lo hacen? “No es fácil, pues lo primero que te encuentras cuando te presentas ante los gobiernos de esos países para explicarles tu modesto proyecto es una enorme incredulidad. ¿Motos, en nuestro país? no puede, ser, no sirven de nada, no solucionarán nuestro problema, olvídese”, cuenta Mamola, tras la exitosa subasta de objetos de pilotos del Mundial que vivimos ayer en Silverstone, el circuito británico donde se celebra la puja más importante, que completa entregas desinteresadas de mucha gente del ‘paddock’ y venta de entradas. “Cuando les explicas que nosotros nos cuidaremos de todo, desde la llegada de los vehículos hasta su mantenimiento y logística, te dejan poner en marcha tu idea. Y, a partir de ahí, solo recibes agradecimiento porque, en efecto, las autoridades son las primeras, junto a los pobladores, que se dan cuenta de que nuestra ayuda, modesta, sí, es fructífera, mejora la salud de sus gentes, casi todo tribus o pobladores de diminutos enclaves totalmente aislados, además de disminuir la mortandad y evitar, sobre todo, la muerte de cientos de bebes”.

LA MOTO ES EL VEHÍCULO IDEAL PARA EL SERVICIO

Desde que se puso en marcha, Riders por Health y, luego, Two Wheels For Life, han suministrado 1.300 motos en esos siete países africanos, que han dado, que dan, servicio a cerca de 20 millones de personas muy, muy, necesitadas, no solo de médicos, de enfermeros/as, sino también de maestros. “La moto es el único vehículo adecuado para esas funciones y útil en esas circunstancias. Evidentemente que podríamos hacer el mismo despliegue o servicio con vehículos, especialmente todo terrenos, pero su alto coste haría que las marcas nos suministrasen muy pocos y, por tanto, la ayuda sería muchísimo mejor”, continúa explicando el tetrasubcampeón del mundo.

Las motos sirven, fundamentalmente, para desplazar, a lo largo de grandes extensiones, a los médicos o servicios sanitarios a los poblados en los que se instalan pequeñas salas de atención a niños, embarazadas y personas mayores que, en fechas determinadas, pueden acudir a su cita semanal, quincenal o mensual con un doctor, sabedores de que estará allí, porque la moto les llevará puntualmente, cosa que no ocurría antes y desesperaba a los pobladores que, después de caminar cinco, diez o quince kilómetros para ser vacunas o atendidos de su embarazo ¡o parto!, desistían de volver a realizar el desplazamiento al no entrar al sanitario que le habían prometido.

UNA SUBASTA FRUCTÍFERA Y DIVERTIDA

“Es evidente que, aunque Honda y Yamaha nos ayudan mucho, cuanto más dinero tengamos y recaudemos, más posibilidades tenemos de garantizar e, incluso, aumentar ese servicio que, insisto, por modesto que sea, nos llena de orgullo pues, en las zonas donde actuamos, los partos se realizan con garantías y la mortalidad global ha descendido muchísimo”, concluye Mamola, que informa que el total de lo recaudado en la subasta de ayer, que seguirá, ya más modestamente, a lo largo de todo el fin de semana, ha sido de casi 85.000 euros, que, sumados a otras actividades, como venta de entradas (127.000 euros) y distintos eventos como, por ejemplo, dar unas vueltas a Silverstone montado en la velocísima Ducati 'Desmosedici' biplaza pilotada por el propio Randy Mamola, acción que ha contribuído con 35.000 euros al total de 227.000 euros.

Si por el selfie con el ‘Doctor’, una muchacha llegó a pagar 3.500 euros, ilusionada, cómo no, de contribuir a la causa, por un autoretrato con el piloto británico Cal Crutchlow, ídolo local, pagaron 900 euros; por el de Maverick Viñales, 850; por el de Dani Pedrosa, 700 y por el de Marc Márquez, 600. Un casco ‘réplica’ de Rossi se subastó por 3.000 euros, cuando en la tienda vale 1.200 y un reloj de Jorge Lorenzo llegó a costar 1.150 euros. La puja más alta alcanzó los 4.200 euros y consiste en pasarse todo el fin de semana en el interior del boxe del equipo LCR donde milita Crutchlow. Otra acción curiosa, regalo de uno de los fotógrafos más prestigiosos del campeonato, el británico Andrew Northcott, ha consistido en pasarse una jornada entera de GP junto a él en el interior del circuito, siguiendo su trabajo, por lo que un aficionado ha pasado 2.500 euros.