A todos lados con su bufanda, lo más probable es que también la llevara puesta el día que se cruzó España de este a oeste y de norte a sur para darle un beso a su hija por su cumpleaños. Es el entrenador del Córdoba, que está viviendo el momento más dulce de su carrera como técnico en soledad.

--¿Le debo dar la enhorabuena por su renovación?

--Quedan cosas que hablar y no tengo pensado firmar ahora ni en poco tiempo. Si yo un día le digo al presidente que estoy de acuerdo, no hace falta firmarlo. Soy de las personas que con la palabra me basta.

--¿Sus salarios son más bajos que la media del fútbol?

--Nunca me quejaré, pero en relación a lo que se mueve, en el Córdoba cobramos poco dinero. Ahí jugamos en desventaja porque muchos equipos siguen gastándose lo que no tienen. Eso habría que legalizarlo para que todo el mundo compitiera en igualdad. Hay equipos que juegan a otra cosa diferente. Y que conste que el Córdoba en otros años también lo ha hecho. Por eso estamos en la situación de ahora, porque se ha gastado lo que no se tenía.

--Por eso hay que vender a Javi Hervás.

--El Córdoba, por mucho que le duela, tiene que traspasar a jugadores todos los años si quiere subsistir. Este año se van a cubrir los gastos porque hemos traspasado a Hervás.

--¿Qué es lo que más les costó para hacer la plantilla?

--Convencer a los jugadores. A veces íbamos a por uno y nos decía que no. Alguno de esos no está ni jugando en Segunda.

--¿Quién le ha sorprendido?

--A Javi Hervás no lo conocía. Nos ha sorprendido a todos; yo creo que se ha sorprendido hasta él mismo. Está aquí porque Juan Luna Eslava apostó por él y propuso que se quedara a hacer la pretemporada. Las cosas son cuestión de pequeños detalles, de fortuna, de suerte. El producto de Javi Hervás es mérito del club; yo no he hecho nada del otro mundo. Lo puse porque era el mejor. El mérito está en dar el primer paso cuando alguien no ha demostrado nada. Hervás debutó en el último partido de la Liga y hubo momentos que no jugaba ni con el filial.

--¿Una diferencia respecto a su anterior etapa?

--Antes perdía demasiadas fuerzas y energías en preocuparme de que todo el entorno estuviera con el equipo, y eso es una utopía. No entendía por qué desde fuera podíamos tener tantos enemigos, cuando lo que tenía que prevalecer era la entidad. Pero esas personas han sido y seguirán siendo toda la vida enemigos del Córdoba. Traté de combatir contra ellos, pero no merece la pena. Es verdad que no me los he vuelto a encontrar. Pero si hubieran estado ahora, lo habría llevado mejor.

--¿Ese fue su mayor error?

--Posiblemente. El meterme en fregaos para defender al club; luego no me vi correspondido por mucha gente del propio club. Hubo gente que no me demostró que valía la pena pelear por ellos.

--¿Se considera impulsivo?

--Demasiado. Pero es algo que he mejorado con el tiempo. A veces las cosas se pueden decir de otra manera, con otro tono.

--¿Le ha tenido que pedir perdón a sus jugadores?

--Sí, sí, muchas veces, sobre todo en el banquillo.

--¿Hay alguna persona influyente en su vida?

--Mis padres y mi mujer. A pesar de que a ella y a mis hijas, Nadia y Carla, las tengo muy lejos de mí, en Coruña.

--¿Cómo lo lleva?

--Pues mal. Pero no puedo estar llevándolas de un lado para otro porque las acabas volviendo locas y no saben ni en qué colegio están.

--¿Cuántos años tienen?

--7 y 12 años.

--¿Cuánto lleva casado?

--Desde el 2003, pero con mi mujer desde el 97.

--¿No tiene la sensación de que se está perdiendo algo?

--Me estoy perdiendo mucho, mucho. No es que tenga la sensación, es que sé que es así. Me estoy perdiendo mucha infancia de mis hijas, una parte muy bonita que no vuelve. Me estoy perdiendo la relación con mi mujer, que es difícil. Si queremos que siga adelante tenemos que ser mucho más fuertes, confiar más el uno en el otro y poner mucha más pasión en la relación porque si no se acaba muriendo. Por eso valoro tanto mi trabajo y me fastidia que haya gente que solo se fije en lo que ganamos. No se da cuenta de lo que perdemos. Yo me pierdo mi familia, a mis hijas.

--¿Cómo son?

--¡Gracias a Dios han salido a la madre! (se ríe). La mayor se parece más a mí, es de carácter muy fuerte; la otra es más tranquila, pero más picarona.

--¿Se van a defender bien?

--Sí, tienen buena maestra. Mi mujer hace de madre y de padre. Cuando llego allí me sorprendo, no entiendo cómo sola puede llevar tantas cosas para adelante. No sé si en diez años estaremos juntos, pero si no estamos, me quedaré tranquilo porque las niñas no podrían estar en mejores manos.

--¿Ellas son conscientes?

--La mayor sí. Ya lo entiende. La pequeña tiene sus dudas. Cuando estuve en Navidades me dijo: "Papá, ¿por qué no entrenas a un equipo de Coruña?". Con los cumpleaños me pasa lo mismo. Al de la mayor había ido porque caía entre semana, pero el de la pequeña cayó en domingo. El

sábado jugábamos en Tarragona y el martes aquí ante el Betis, así que no había tiempo para ir a verla. Entonces hablé con ella y le dije que entendiera que no podía ir porque estaba trabajando. Pero como ella sabía que había ido al de la mayor, no se le ocurre otra cosa que decirme: "Papá, eso es que ya quieres a Nadia más que a mí". Que una hija te diga eso es muy duro. Así que cogí un coche y me fui a verla.

--Les daría una buena sorpresa.

--¡No lo sabía ni la madre!

--¿Lloró alguna?

--¡Lloré hasta yo! Que no soy de lágrima fácil. Pero cuando ves a tu mujer llorar, a tus hijas llorar... pues te unes y lloras.

--¿Les gusta el fútbol?

--Sí, sí. Fíjese que ven los partidos solo por verme las tres veces que salgo en la televisión.

--¿Cuántas horas de gimnasio echa?

--Todas las que puedo y un poco más. Echo más horas que algunos de los monitores.

--¿Qué es lo que más valora de un futbolista y lo que menos?

--Lo que más su capacidad de sacrificio. Lo que menos la falta de compañerismo.

--¿Recibe ahora más llamadas que en verano?

--(Piensa). Sí. Pero los que tenían que llamarme en verano lo hicieron.

--La gente no sabe cómo está el gimnasio del estadio.

--Si podéis bajad y echad un par de fotos a las bicicletas. Están para sacarlas en el periódico.

--¿La cantera debe jugar siempre igual?

--Sí, independientemente del entrenador que esté. El club no puede estar cambiando en función de un entrenador. El que venga tiene que amoldarse al club y no el club a él.

--¿En Córdoba hay la misma afición, más o menos que en otras ciudades?

--En cuanto a número de personas hay menos. Con 330.000 habitantes, metemos 8.000. El Deportivo con 200.000 habitantes tiene 22.000 socios. Córdoba se tiene que exigir tener más aficionados al fútbol si quiere lograr algún día algo importante.

--De las ciudades en las que ha estado, ¿dónde se vive el fútbol con más pasión?

--En Las Palmas se vive muy apasionadamente. Es lo único que tienen; son muy patrióticos, el polo opuesto a nosotros.

--¿Le hubiera gustado tener un hijo futbolista?

--Si le digo que no le engañaría.

--¿Ya no hay tiempo?

--¡Tiempo hay! (se ríe). Lo que no hay son ganas. Por mí sí, pero mi mujer no piensa igual.