En una de las ediciones más locas del Abierto de Estados Unidos hay un elemento de cordura: Pablo Carreño Busta. Porque la lógica y la razón dicen que era el momento de que el mundo del tenis se descubriera ante uno de sus mejores jugadores, un chico de 26 años tan completo como desconocido para el gran público. La semifinal que este viernes disputa contra el sudafricano Kevin Anderson (22.00 horas), su primera en un Grand Slam, es su oportunidad para darse a conocer.

Quienes siguen y conocen el tenis saben bien de este asturiano, un tenista que ha forjado una gran trayectoria a base de talento y, sobre todo, de trabajo, consistencia y un ansia de evolución constante. Y todos los esfuerzos y sacrificios del joven que dejó a los 15 años la casa de sus padres en Gijón para irse becado a Barcelona por la Federación que dirigía entonces Javier Duarte han dado fruto en Nueva York. Aquí ha consumado el que quizá sea su cambio más importante: una transformación en su confianza. Carreño, que acaricia el top 10, puede ganar. Ahora se lo cree.

-¿Se han asentado ya las sensaciones de haber alcanzado su primera semifinal de un grande?

-En el momento en que pasó estaba muy emocionado, apenas podía controlar mis sentimientos. Ahora estoy ya un poquito más tranquilo, menos eufórico, más calmado. Lo veo como lo que es: algo muy importante para mi carrera, muy difícil de conseguir. Le doy mucho mérito a lo que estoy haciendo.

-¿Hay nervios?

-Nervios no. Llevo muchos años luchando, porque esto no ha sido nada fácil ni lo será en los próximos años, pero lo que siento es orgullo por todo lo que estoy consiguiendo, por todo el trabajo que he realizado. Estoy contentísimo no solo por mí, también por mi familia, que también se ha esforzado muchísimo y los tengo muy lejos desde los 15 años, y por toda la gente que me ha apoyado y ha ayudado, ya sean entrenadores, patrocinadores o mánagers, toda la gente que ha confiado en mí para que un día llegara adonde estoy ahora.

-Empezó jugando cuando era un crío con sus hermanas.

-Mi hermana mayor fue la primera que empezó a jugar en la familia y yo, hermano pequeño, pues a hacer lo mismo que hacía la mayor. Me gustaba mucho. Fue poco a poco, siempre como un pasatiempo, para nada nunca pensando en el tenis profesional. Ni sabía cómo funcionaba, más allá de los grandes. Era más cuestión de hacer deporte.

-Su padre es arquitecto, su madre cardióloga. ¿Pensaba en aquella época en seguir sus pasos?

-Yo estudiaba, sacaba buenas notas y habría ido a la universidad, habría estudiado una carrera con algo más relacionado con el trabajo de mi padre que con el de mi madre, porque a mí la sangre no me hace mucha gracia (ríe). Pero se dio así. La Federación me dio la oportunidad de ir a Barcelona y después de pensarlo mucho mis padres me dejaron ir. A mi madre sobre todo le costaba un poquito más soltarme tan pronto.

-¿Cómo recuerdas esos años ahora?

-Los primeros años en Barcelona fueron muy duros, sobre todos los primeros meses. Soy un chico muy familiar y necesitaba mucho a mi familia. Me acuerdo de llamar mucho a mis padres, a veces estar muy triste. Viajar a Asturias desde allí era complicado y caro. Fue todo muy difícil: estar solo en Barcelona, conocer a muy poca gente... Y fue muy importante la labor que tuvieron mis entrenadores, sobre todo Miguel Sánchez, que estaba conmigo en esos momentos. Parte de que esté aquí, mucha, es suya. Y cuando recuerdo ahora todo aquello le doy mucho valor a lo que estoy consiguiendo.

-Luego llegó su etapa entrenado por Duarte.

-Empecé a trabajar con él y las cosas fueron muy bien, mi nivel subió mucho y sobre todo mi forma de ser en la pista cambió. Pasé de ser más junior a ser más profesional, fui madurando, y Dudu me ayudó muchísimo sobre todo a nivel mental dentro de la pista y a nivel táctico. Llegó un momento en que, como en toda relación, la mía con Duarte se desgasta un poco, personalmente pero también profesionalmente. Me veía un poquito estancado, me costaba tener la disponibiliad de ir al entrenamiento al 100%, esforzarme dentro y fuera de la pista para dedicarme al tenis. En ese momento creo que necesito un impulso, un nuevo objetivo, un nuevo cambio, que alguien me diga lo mismo que Dudu pero de otra manera, cambiar un poco la comodidad, la rutina que ya había tenido de Barcelona, romperla un poco. Decido cortar la relación profesional con Dudu pero lo aprecio muchísimo y le estoy muy agradecido. Tenemos una relación muy buena.

-Llega así a la academia de Juan Carlos Ferrero y a su entrenador, Samuel López.

-Voy evolucionando mi juego, voy creciendo como jugador. Siempre hay pequeñas cosas que pueden cortarte un poquito o darte un paso para atrás, como la lesión que tuve en Roland Garros (que le obligó a retirarse en los cuartos frente a Nadal y le impidió ir a Wimbledon), pero la motivación que tengo ahora mismo no va a ser fácil de parar.

-¿Cómo se logra esa motivación, ese cambio mental?

-Al final lo cambias prácticamente sin darte cuenta. Lo más importante es trabajar al 100% en los entrenamientos, porque cuanto mejor entrenas, mejor compites. Se trata también de hacer caso al entrenador que has elegido, que si lo has elegido es por algo. Yo confío plenamente en todo el equipo que tengo detrás y les voy a hacer caso en todo lo que me digan salvo que me digan que me tire por un puente ¿no? (ríe). Yo ya sé lo que estoy haciendo. No es como cuando tenía 18 años, que no sabía muy bien de qué iba esto. Ahora ya sé lo que tengo que hacer, pero está bien que la gente que tengo a mi alrededor me lo recuerde y me lo diga. Al final, a medida que vas jugando partidos, teniendo situaciones complicadas, llegando a rondas finales, vas adquiriendo esta experiencia, evolucionas mentalmente, te haces más fuerte, controlas más tus emociones.

-¿Cómo afronta la semifinal con Anderson?

-Jugué con él hace un mes en Montreal y perdí pero creo que va a ser un partido totalmente diferente por el lugar y por el momento. Unas semifinales de Grand Slam no tienen nada que ver con una segunda ronda de Masters 1000. Aquel fue mi primer torneo después de la lesión y obviamente siempre cuesta un poquito empezar después de tanto tiempo parado. Ahora ya vengo con el ritmo suficiente, la confianza después de haber ganado tantos partidos. No va a ser nada fácil. Es un jugador muy bueno que si ha llegado ahí es por algo, pero creo que alguna opción tengo, seguro.

-Si le gana y entra en la final podría hacerse con su primer grande. ¿Listo para ese salto?

-No lo sé. Eso no me lo he planteado. Ganar a Anderson quizá sí lo he pensado pero ganar también el torneo, hasta allí no he llegado. (ríe) Antes de empezar este Abierto para nada me imaginaba poder levantar la copa. Ahora sí lo tengo un poquito más cerca, pero sigue siendo igual de complicado. De momento vamos a ir paso a paso.

-El top 10 también está a mano.

-Parece un poquito más cerca. Era un objetivo que a principio de temporada no nos marcábamos. Se está dando la opción de entrar, que es algo increíble y por lo que tengo que estar muy contento, y no solo de entrar, sino de acabar el año ahí, que es algo muy bonito.

-Vivimos en la era de Nadal, que como uno de los mejores de la historia proyecta también una enorme sombra. ¿Le ha ayudado o preferiría haber tenido más atención?

-Obviamente Rafa Nadal es un monstruo, un fuera de serie, y se merece toda la atención que se le presta porque se lo ha ganado. Pero es verdad que otros jugadores como David Ferrer, Fernando Verdasco o Nicolás Almagro han conseguido cosas muy buenas y no se les ha dado el mérito que tienen. Tener a Nadal ahí tiene cosas buenas y cosas malas. A mí, por ejemplo, me ha ayudado mucho poder entrenar con él muchas veces, poder vivir experiencias con él como la Copa Davis, poder ir a entrenar una semana con él a Mallorca. Somos muy amigos, me da consejos y me ayuda y al final todo son cosas positivas que te ayudan a seguir mejorando. Entre lo negativo está que no te prestan quizá la atención que un jugador de nuestra categoría, de nuestro nivel, tendría en otro país. No me quejo, ni nada. Rafa se merece todo lo que le está pasando y toda la atención que llama.

-¿Es el mismo Pablo Carreño que aquel muchacho de Asturias?

-Sigo siendo un chico muy familiar, que necesito tener a mi familia cerca, a mis padres, a mis hermanas. Soy una persona tranquila, no me altero mucho y consigo controlar mis emociones bastante, quizá demasiado a veces. Pero conforme he ido metiéndome en este mundo del tenis, las emociones van a salir, porque te llevas alegrías, y muchas.