Mientras que haya Liga, el Córdoba seguirá a lo suyo. A lo que sabe hacer y no falla. A la única apuesta infalible de este duro proceso de vuelta a Primera que tanto prometía y que solo provoca ya indiferencia. Unos a los listados, del tipo que sean, y otros a hacer lo posible por no manchar aún más su nombre si fuera posible. Lo primero es lo que ocupa a la zona coral, que por lo dicho por el presidente en su última entrevista concedida a este periódico será pese a todo la manera de actuar de cara al futuro. Todo asumido y todo perdonado. Borrón y cuenta nueva. A otra cosa mariposa. Por el momento, de aquí nadie se moverá del retrato final de curso. Seguirán --sostiene-- los mismos y habrá un nuevo proyecto "ganador" y "protagonista" para el campeonato que viene. Sea donde sea. Los otros, los que se someten al plebiscito de la grada más allá de un par de arreones de censura y rabia contra la gestión, con noventa y pico largos minutos de partido a cara de perro cada semana, pues ya llevan un par de ellas que salen airosos en las formas, otra cosa es el fondo y los resultados. Se confirma que no dan para mucho. Entretienen, desvían la atención y hacen pasar de algún modo el trance. Ante el Athletic de Bilbao, en la antepenúltima estación de este suplicio en El Arcángel (quedan aún los shows del Barça y el Rayo de Paco Jémez), ayer, en la jornada 33 de Liga, los jugadores de José Antonio Romero lo hicieron como nunca y perdieron como siempre. Otro eslogan que sumar a la retahíla de lugares comunes, todos adversos, que acumula el saco roto de este Córdoba CF SAD del regreso a la élite el fútbol.

Es difícil asimilar, viendo lo de ayer, que un equipo sea capaz de asomarse a la meta contraria unas 25 veces y no sea capaz de anotar un solo tanto. El único camino posible hacia el triunfo. ¿Acierto? ¿Precisión? ¿Calidad? Tal vez mentalidad e inercia. Por eso, esta doble cara es la que aún permite, paradójicamente, en medio del desaguisado general albergar esas mínimas pero posibles opciones de pelear por una plaza de aspirante a la permanencia que no se merece aún, eso sí, fiada a un descenso administrativo de otro en mejor situación deportiva. Porque no queda otra. Quizá esta sea la única razón por la que aún este grupo (ya reducido) de jugadores y cuerpo técnico que dan la cara encuentran algún motivo para seguir dando signos de profesionalidad como el de ayer ante el Athletic, que no fue malo y donde mereció mucho más que otra derrota en casa. El caso es que, una semana más, habrá que estar pendientes del Granada, Almería, Deportivo, Eibar... Con el corazón a la espera y fiarlo todo a ese puñado de duelos directos que aún quedan para ganarse la última opción de quedarse en Primera. Y mientras, la zona coral seguirá con sus listados.

Los que pagan este espectáculo, los aficionados, aprovechan de paso cada partido para enviar sus mensajes a quienes viven de esto. Crespo, Florin, Krhin, sí; Abel, Cartabia, Rossi, no. Otros ya ni convocados. Y lo hacen de la única forma que pueden, con sus palmas y sus pitos; los cánticos hacia el palco afloraron acaso tres o cuatro veces con un clásico de los últimos partidos en El Arcángel, el "González vete ya". Nada nuevo ni extraño frente a un equipo en semejantes circunstancias. Y lo que queda...