Juan Antonio Orenga es un hombre atormentado. Asegura el seleccionador español que no pudo dormir tras la eliminación a manos de Francia en los cuartos del Mundial, buscando las razones que explicaran el fracaso. Lo hizo junto a sus ayudantes, después de despedirse de los jugadores, y confiesa que aún sigue dándole vueltas al tema en la cabeza.

"Aún no sé porqué salió mal", admitió el técnico tres días después de lo que calificó como "un batacazo gordo" por las ilusiones puestas en el torneo. "Hicimos el mismo planteamiento de los seis partidos anteriores, que ganamos por treinta puntos. Con las mismas rotaciones y los ajustes de cada partido, pero nada salió", se lamentó el preparador castellonense que, en su particular análisis, complicará aún más la decisión del presidente de la Federación, José Luis Sáez, sobre su relevo al descubrir su deseo de continuar. "Me veo con fuerzas, energía y ganas para seguir", dijo. Orenga consideró lógico el enfado de los aficionados, que pidieron a gritos su dimisión tras la derrota, y restó fuerza a las críticas de algunos jugadores como Navarro o Calderón en el sentido que se había preparado mal el partido. "Es normal que la gente grite por frustración", asumió. "También Calderón dijo que si volviéramos a jugar, de diez partidos ganaríamos diez", argumentó.

EL EJEMPLO DEL FUTBOL "El máximo responsable soy yo y por tanto, el más señalado y el que debe recibir los palos", concedió, "¿Qué pasó tras el Mundial de Brasil? Todo era un desastre, hasta que se calmaron las aguas". El balance final para Orenga tiene dos caras. "No puedo poner buena nota en el balance final porque el objetivo que perseguíamos no lo hemos conseguido, pero eso no quiere decir que todo lo que hemos hecho haya estado mal".