El análisis del juego es tan viejo como el propio fútbol. Los últimos estudios dicen que los análisis realizados con 45 entrenadores expertos en la alta competición no son capaces de demostrar con fiabilidad lo ocurrido en 45' de un partido, obteniendo valores inferiores al 45% de respuestas ciertas. Los entrenadores tienen en el banquillo un campo visual restringido (tienden a seguir el balón y no lo que hay lejos), a ello se suma las situaciones límite y el estrés, donde solo aparece una visión más específica que analítica. Dice un buen entrenador que en un partido hay cuatro conceptos fundamentales: firmeza, solidez y confianza que pueden dar los hombres de última línea defensiva, la gestión de la distancias entre líneas, bien sea en defensa o en ataque, que el equipo que está en posesión del balón dé un mínimo de diez pases previos sin perder la posesión para ir moviendo al rival y poco a poco desorganizándolo y, por último, que el portero jamás sea el protagonista. Pues bien, los primeros minutos comenzaron con un protagonista principal, el portero del Córdoba Juan Carlos. El Sevilla generó dos claras acciones de peligro en los primeros ocho minutos con muy buena respuesta suya, en la que las sensaciones comenzaron a mostrar dudas sobre uno de los conceptos principales, la firmeza y solidez defensiva (muchas dificultades para contrarrestar la ocupación de espacios de los hombres de segunda línea, dudas sobre movimientos de basculaciones hacia fuera y en sus movimientos de ayudas defensivas y coberturas). Pero el Córdoba CF reaccionó en el último tercio del primer tiempo, jugó más en campo rival, hizo mejor gestión de los pases previos para desestabilizar al rival mediante la posesión, y supo dar mejor equilibrio defensa-ataque.

En el segundo, quiso pero no pudo combatir los movimientos ordenados y eficaces que el Sevilla le proponía; robo del balón, salida rápida, pases interiores, incorporaciones de los hombres de segunda línea y sacar máxima rentabilidad en acciones de estrategias (segundo gol).