Este 29 de enero del 2018 se ha abierto como el décimo día en la nueva era del Córdoba. Sí, tan sólo diez días, a los que habrá que restar, al menos, el primero, ya que la escritura de compraventa se rubricó a primera hora de la tarde del pasado 19. Lo he comentado tanto en mi entorno como en la tertulia radiofónica a la que asisto cada lunes: no deja de sorprenderme el grado de sobreexcitación que se ha visto, oído y comprobado a lo largo de estos nueve días tan solo.

Posiblemente, el huevo de serpiente dejado en El Arcángel no abarque solo a lo deportivo, sino también a la valoración que del propio club se hace. Durante años se ha asistido a una dura confrontación de la propia entidad blanquiverde con todo lo que le rodeaba: instituciones, empresas o proveedores, afición, prensa... Era complicado encontrar una correcta relación del Córdoba con cualquiera de su entorno. Y encontrarla buena, una utopía. De hecho, ya se han encargado en transmitir hacia fuera, en esos días de transición, que el propio club tenía a varios sectores como «enemigos».

No solo se le reclamó durante años al club una buena relación con las instituciones, sino también que no olvidara su memoria, mucha de ella guardada en la cabeza y en las piernas de sus veteranos. Aquello de recordar tu propia historia para no repetir errores y avanzar en los aciertos del pasado. También se insistió en el trato hacia la afición, que debía ser -siempre lo es- el mejor aliado del club. Y, por supuesto, lo que hay en el verde. Si en verano no se ha acertado -más allá de los motivos de esos errores-, enero es el mes en el que ha de intentar arreglarse. Se pueda o no. Se debe intentar. Es una obligación. Para con la empresa, con el club y con la afición: pelear en todos los órdenes. Y digo que sorprende que en los últimos días se escuchen y lean comentarios, algunos ciertamente exacerbados, sobre decisiones tomadas en tan solo 10 días.

Habrá que ver la profundidad de las nuevas relaciones con las instituciones, retomadas esta misma semana aunque, por lo pronto, se han intentando recuperar. También la propia gestión para mantenerse en la ciudad deportiva, aunque sea durante unos meses porque, hay que recordarlo, el Córdoba está desahuciado de su lugar de entrenamiento. Una vez que se profundice en lo anterior, si se llega, habrá que estudiar de qué manera se realiza esa colaboración con las instituciones o si ésta se ha vuelto a romper. Pero el paso, en sí, es positivo, al igual que reparar lo que siempre se reclamó a la anterior propiedad en cuanto a la memoria blanquiverde. Se verá -no ha dado tiempo- si esa nueva relación es solo cáscara o, sin embargo, tiene carne y hasta hueso, pero en solo diez días no se puede tildar de gesto para la galería. Simplemente, no ha dado tiempo. También con la afición se han dado sus primeros pasos, tanto con grupos de animación como con minoritarios. Gestos, quizás, pero es que en algo más de una semana no da tiempo nada más que a gestos. Veremos si solo se torea de salón o si se está dispuesto a bajar a la arena. Aunque, por ahora, esos pasos prometen.

En cuanto a lo deportivo quedan tres días aún de mercado. En teoría, el Córdoba del domingo debe ser bastante diferente al del pasado viernes, pero invertir 9,5 millones de euros en un club debe tener una actuación acorde para intentar salvar la situación y permanecer en Segunda.

Parece que a los nuevos mapas en la mesa de las oficinas de El Arcángel se les está aplicando la misma lupa con la que se miraba al club hasta el día 19.