Isco Alarcón iluminó con su fútbol el firme camino al Mundial 2018 de España, con una exhibición en el Santiago Bernabéu, donde se plasmó el relevo del testigo de liderazgo de una leyenda como Andrés Iniesta, con un triunfo contundente ante una Italia que buscó la victoria y se fue goleada (3-0). Andrés Iniesta ya tiene un heredero digno de su fútbol.

Once años sin perder un partido de clasificación a una gran cita llevaba Italia antes de hincar la rodilla en el Santiago Bernabéu. Fue la ‘vendetta’ al golpe de fin de ciclo de la Eurocopa de Francia, el último día de la exitosa ‘era Del Bosque’. Aquella noche fatídica de París, la Roja sintió impotencia.

La misma que recorrió el cuerpo de cada internacional italiano en el Bernabéu, donde salió obligada a ganar, con un planteamiento valiente de Ventura que recibió un duro castigo. La defensa fue de cuatro por la lesión de Chiellini. No le importó a Julen Lopetegui, que mantuvo su idea de jugar con falso nueve. Con movilidad del tridente ofensivo de la Roja fue Silva el que cayó por la zona del nueve. Lo había vivido en el pasado pero no se adaptó tiempo después. La fórmula con la que España goleó en la final de la Eurocopa de Kiev a Italia regresaba para asestar dos golpes imposibles de levantar al descanso gracias a Isco.

Italia comenzaba dura y era castigada con tarjetas a Verratti y Bonucci en apenas doce minutos. Ramos chutaba arriba una falta mientras Asensio comenzaba a disfrutar en los espacios de una línea defensiva adelantada del rival. Era derribado cuando se iba a plantar solo ante Buffon en una falta que dio origen al primer gol. Isco pidió el balón, miró el horizonte y con suavidad superó la barrera para colocar el balón en la red ante la estirada tardía de Buffon. España golpeaba el atrevimiento de Italia.

La azzurra no acusó el golpe y siguió aumentó su presión, pero un error en la salida cambió de nuevo las tornas. Carvajal perdonó al resbalarse en un disparo cruzado. La siguiente llegada de España fue una estocada de Isco. Inventó en el nacimiento de la jugada, superando una falta por un agarrón, con balón en profundidad a Jordi Alba y, tras su carrera, llegó al área para pedir el balón con el criterio de un líder e inventar un zurdazo ajustado a un poste imparable para Buffon. España entera rendida a su fútbol. A partir de ahí, la desesperación de Italia dio paso a las triangulaciones españolas para sacar los olés de la grada,

IMPOTENCIA TRANSALPINA

La reanudación sería un intento sin éxito italiano, una exhibición de fútbol de Isco con España retrasando metros para pasar a otro plan cuando Morata entró en el campo. Con tiempo incluso para un merecido homenaje a David Villa. Todo el estadio coreó su nombre para ser el elegido en el último cambio. Tres años y dos meses después el máximo goleador de la Roja regresó con la felicidad del debutante.

Las llegadas de Italia no se culminaron en disparos a puerta. El remate más peligroso fue de Candreva, hasta que De Gea tuvo que volar en los últimos compases tras un disparo lejano rumbo a la escuadra. Belotti, un gran nueve para muchos años, no encontró premio a su pelea con Ramos y Piqué. La más clara la remató de cabeza fuera.

Le faltó el gol que le invitase a soñar con un valioso empate que habría volteado el grupo a Italia. España se divertía con detalles de Asensio y gestos de calidad de Isco. Un caño de éste a Verrati para enmarcar con asistencia a Carvajal que no superó la salida de Gigi; un sombrero y pase al espacio a Morata. El 9 se reivindicó con espacios y marcó el tercero en una contra veloz con pase de Ramos. Italia se descosía. España sonreía acariciando el pase al Mundial de Rusia. Ganando la ‘final’ que debía vencer el día que Isco recogió el testigo de Iniesta.