El Atlético acreditó su fama de ser un equipo duro. La noche de furia desatada ante el Barça lo confirmó. Los peores modos se vieron en el segundo tiempo, cuando no había nada por disputar. Diego Simeone daba por perdida la eliminatoria y aceptaba la derrota mínima (2-3), según dijo después. "Por decisión mía jugamos sin aspiración de marcar un gol y para que no nos marcaran", confesó, lo que agrava la actitud de sus futbolistas.

Los jugadores rojiblancos vieron diez tarjetas amarillas, más una Simeone por protestar. Dos en el primer tiempo (Raúl García por dar una patada y Gabi por protestar), dos en el intermedio (Torres por encararse con Neymar y Gabi otra vez por protestar) y seis en la segunda mitad. Giménez fue amonestado por protestar y Arda por lanzar la bota contra el juez de línea, aunque el árbitro solo observó que la tiraba "fuera del terreno de juego por disconformidad". Las dos de Suárez, la de Siqueira y la de Cani fueron por patadas; según escribió Gil Manzano, "por derribar a un contrario en la disputa del balón", sin precisar si había disputa del balón.

Neymar fue uno de los detonantes de la furia rojiblanca. Otro lo fue Messi. Sobre ellos se focalizó la frustración local. El brasileño fue el autor de los dos goles y un provocador, a ojos del Atlético. "Algún día tendrá un problema como hoy", dijo Cani, entre el aviso y la amenaza. El argentino fue el delantero imparable que gestó dos de los tres goles, y que solo pudo ser detenido con faltas: recibió 7 (tres de Suárez, Siqueira, Saúl, Cani y Giménez) de las 16 que sufrió el Barça: casi la mitad. Neymar fue derribado tres veces. Alba (tres), Busquets (dos) y Rafinha fueron los otros damnificados. El Barça cometió 13 faltas.