Quinto compromiso liguero para el Córdoba en esta temporada 2017/18. Quinto examen para el equipo de Luis Carrión, con tres claros suspensos en los cuatro anteriores, por lo que toca ya aprobar alguno más para que la media del trimestre quede, al menos, en aprobado. Posiblemente, más que la derrota en el Mini Estadi, dolió la forma en la que ésta se produjo. Faltaron muchas cosas, no sólo tácticas, al conjunto blanquiverde, por lo que el encuentro de esta noche en El Arcángel (20.00 horas) ha de verse como una oportunidad para resarcirse de todo aquello.

Tenía a priori alguna ventaja el Córdoba, dado el potencial del rival (un Tenerife que es claro candidato a los puestos nobles) en las bajas con las que llegaba a El Arcángel. Por un lado, la lesión de Juan Villar, llegado a la isla después de su buena temporada, la pasada, con el Valladolid. Por el otro, uno de los eternos en el equipo chicharrero: Suso Santana. El delantero blanquiazul pagó su sangre caliente en la pasada jornada y le han caído cinco jornadas de castigo, por lo que no volverá a competir hasta el mes de octubre. En su lugar, Martí no parece perder excesivo potencial, ya que tendrá en punta a Longo (dos goles y una asistencia en 173 minutos de juego), Juan Carlo, Malbasic en la mediapunta y Tayron en la otra banda. De mediocampo para atrás, los de Martí no parecen haber acusado la marcha de Germán Sánchez al Granada, por lo que mantienen el brillo de la pasada campaña.

Esa teórica ventaja con las bajas de Suso y Juan Villar ha quedado diluida por las ausencias que tendrá Carrión. Javi Lara estará «al menos» dos semanas de baja por un problema en el sóleo, mientras que Sasa Jovanovic continúa con su proceso de recuperación, que le tendrá apartado de los terrenos de juego hasta el próximo mes de octubre.

Por lo tanto, el conjunto blanquiverde tiene un problema añadido a otro. Por un lado, la ausencia de su catalizador de juego, Javi Lara, que había sido hasta ahora el único futbolista que parecía saber qué hacer con el balón en el terreno de juego, a pesar de que tenga sus lagunas -sobre todo en el apartado defensivo-. Por otro, las dudas que siempre genera una goleada como la recibida en Barcelona, que obligan a fijar la vista en muchos hombres, demasiados, que no están respondiendo a lo que se esperaba de ellos, más allá de conceptos tácticos, físicos o incluso anímicos.

Parece claro que habrá relevo en la portería, con Pawel Kieszek tomando el mando en detrimento de Igor Stefanovic. En los laterales, tanto Fernández como Dani Pinillos deben volver a ser aquellos que se recordaban cuando fueron anunciados sus fichajes el pasado año, porque hasta ahora no se les ha visto. En el centro de la defensa, el técnico blanquiverde tiene un problema, ya que ninguno de los tres protagonistas, Caro, Josema y Joao Afonso, han destacado como para que nadie pueda considerarle a ninguno como necesario. Mucho menos, imprescindible.

Edu Ramos mantiene cierto nivel con respecto a la pasada temporada, mientras que Caballero parece el relevo natural del de Montoro. Su acompañante por delante de Ramos es una incógnita, ya que Carrión no parece confiar en exceso en Sergio Aguza, mientras que Markovic le genera ciertos problemas defensivos aunque más llegada al área rival. En las bandas está el otro problema: Javi Galán es, hasta ahora, el menos flojo de los hombres que juegan pegados a la cal, mientras que Jaime Romero no ha mostrado nada de la calidad que atesora y que fue el motivo de su fichaje por parte del Córdoba. El manchego, claramente, es uno de los hombres que han de dar un paso al frente de forma inminente o, en caso contrario, el conjunto blanquiverde tendrá un serio problema. Su alternativa, lesionado Jovanovic, tendría que ser Alejandro Alfaro, que hasta ahora está repitiendo lo de hace un año: una pretemporada entre correcta y buena y un inicio descorazonador. En punta, Jona Mejía o Sergi Guardiola. En el primero se invirtió dinero para su llegada y ha anotado goles en las últimas temporadas en Segunda, aunque ha comenzado algo gris. El segundo, más móvil, le da otro aire al equipo. En todo caso, no queda otra que levantarse.