Neymar seguirá manteniendo la condición de galáctico imposible para Florentino Pérez. Para paliar la depresión post 0-3 del último clásico, el presidente blanco se ha dedicado a predicar entre sus acólitos que el fichaje del crack del PSG sería una realidad tras el Mundial de Rusia.

El argumentario de Florentino se basa en una supuesta cláusula de fuga que permitiría a Neymar, tras su primer año en la Ligue-1, salir por los 222 millones de euros que el club de Qatar Sports Investments abonó al Barça en agosto del 2017.

Neymar celebra un gol con Cavani y Mbappé con el PSG. / EFE

El globo, sin embargo, se pinchó cuando aún no había alcanzado su máxima exuberancia. Y la sorpresa es que lo hizo el propio entorno del astro paulista. "Puedo garantizar que en el contrato de Neymar Jr. no hay cláusula liberatoria ni existen metas por goles marcados", señaló esta semana desde Río de Janeiro su abogado Marcos Motta. La máquina de humo blanco se atascó.

Palacio de cristal

Ni cláusula de escape, ni cláusula de rescisión. Los catarís del PSG pusieron a su principal activo en un palacio de cristal de donde no van a dejarlo salir en los próximos cinco años. Es la misma táctica que utilizan para todos sus cracks y que el Barcelona sufrió en julio cuando alguien en las oficinas de Aristides Maillol se obsesionó con Marco Verratti.

Y, en el caso de Neymar Jr., hay aún una barrera insalvable, que el madridismo obvió de forma deliberada. El brasileño está blindado por un súper contrato publicitario con el emirato para hacer de embajador del Mundial-2022. Durante los próximos cinco años, Neymar podría llegar a percibir un montante que rondaría los 400 millones de euros (80 millones por temporada).

La presencia de Neymar en el PSG supera los parámetros estrictamente deportivos. Su llegada supuso una inyección de autoestima para Qatar en un momento político muy sensible. No hay que olvidar que el 5 de julio varios países de la región (Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin) rompieron relaciones diplomáticas con emirato y decretaron un bloqueo económico y de sus fronteras que aún se extiende.

Los Neymar, padre e hijo, son muy conscientes que el presidente del PSG, Nasser Al-Khelaïfi, va a ser irreductible. Aun más, el próximo verano, cuando hay la posibilidad que su principal estrella se corone campeón mundial con la canarinha en Rusia 2018. El dirigente qatarí no se dejará doblar por la presión de Florentino, como ocurrió en 2002, cuando el Inter de Milán de Massimo Moratti tuvo que desprenderse de un Ronaldo que acababa de ganar el Mundial.

En el ojo del huracán

Sin el Madrid como plan de fuga, a Neymar no le queda otra que apaciguar los ánimos y encontrar la estabilidad para asaltar la Champions. Su primer semestre en París ha estado envuelto en mil y una polémicas. En octubre, en su furtiva visita a la Ciutat Esportiva, sus excompañeros pudieron sentir el arrepentimiento del brasileño por haber dejado Barcelona. No es lo mismo formar tridente ofensivo con Leo Messi y Suárez, que con Cavani y Mbappé.

Además, su nuevo vestuario no le presenta pleitesía. Cavani ha liderado la rebelión con la guerra abierta por quien era el lanzador de penaltis. Sus encontronazos con Unai Emery, filtrados por el propio entorno del futbolista, han necesitado la intervención de la cúpula del club.

Y para colmo, un sector del Parque de los Príncipes lo abucheó esta semana en su mejor actuación individual, porque no dejó tirar un penalti a Cavani. Y eso que el brasileño había firmado un tanto maradoniano en el póker goleador contra el Dijon (8-0), y adornó su actuación estelar con dos asistencias.