Estadio: El Arcángel

Asistencia: 7.764 espectadores

Recaudación: 15.588 euros

Terreno de juego: Bien, algo blando.

CÓRDOBa: Alberto García (1), Fernández (17), Gaspar (4), David Prieto (22), Cerra (2), Borja (10), López Garai (14), Javi Hervás (28), López Silva (19), Charles (11) y Patiño (9).

Cambios: Pepe Díaz (7) por Patiño en el 46', Ismael (33) por Cerra en el 77' y Quero (23) por Borja en el 80.

BARCELONA B: Oier (1), Montona (2), Bartra (3), Muniesa (5), Planas (21), Carmona (6), Dos Santos (8), Espinosa (24), Tello (7), Rafinha (30) y Deulofeu (27).

Cambios: Sergi Roberto (10) por Carmona en el 46', Jonathan Soriano (11) por Deulofeu en el 62' y Kiko Femenía (15) por Espinosa en el 73'.

GOLES: 0-1 (6') Pase de Carmona a la banda que llega a Deulofeu. El extremo se va con facilidad de Cerra y cruza al palo largo ante Alberto García.

1-1 (69') Pase de López Silva a Charles, que dispara y despeja Oier. El balón lo recoge Borja, que anota.

ÁRBITRO: Jaime Latre (C. Aragonés). Irregular. Se le reclamaron dos penaltis en el área azulgrana. Amonestó a los locales Charles (26'), David Prieto (73') e Ismael (80') y a los visitantes Carmona (12'), Sergi Roberto (64'), Kiko Femenía (85') y Armando (en el banquillo, 89').

LA CRÓNICA:

Alonso Quijano, más allá de su locura, era un caballero que caía bien de manera desnuda, básicamente por ese punto de romanticismo, ese trasfondo de amor por la belleza (aunque tuviera que idealizarla), y sobre todo por esa demanda, sed o exigencia de justicia. Y allá que se echó con su jamelgo por esos mundos de Dios acompañado de un lugareño que nada tenía que perder, pero que le aportaba esa visión del mundo real, que no por serlo tiene que ser mucho más juicioso, precisamente.

Este quijotesco Córdoba, que sale a los partidos a pecho descubierto, con ese punto de juego que encanta a los aficionados y a los que no lo son, y que provoca el enamoramiento de la mayoría a base de toque y triangulación, continúa mostrando ese aspecto en el que la injusticia (la del fútbol, no la de los colegiados), se ceba con él progresivamente, cada vez más. Lo de anoche, ante el Barcelona B, fue una nueva expresión del mal que aqueja al conjunto de Paco Jémez desde el principio de temporada. Aunque por ahora muchos irreductibles puedan seguir afirmando que "bendito mal", lo cierto es que el conjunto blanquiverde continúa mostrando un balance desfavorable en lo que se refiere a juego y ocasiones por un lado, y goles y puntos por el otro. Eso, ahora, con 19 puntos y una situación en la tabla confortable, casi ilusionante, no debe ocultar lo extensa que es esta Segunda División, tanto o más que los numerosos viajes de Quijano.

El Córdoba volvió a escribir varios capítulos de su particular novela, con asesinato incluido nada más comenzar el encuentro a cargo de Deulofeu, que se fue tan pasmosa como previsiblemente de Cerra. El chaval ejecutó la suerte del gol como para sí la quisieran muchos.

No arredró el tanto a los locales, que se deshicieron del inicial control de los azulgranas, arremetieron contra los molinos y empezaron a acumular ocasiones, a desarrollar la trama de su novela añadiendo capítulos, cada uno más interesante que el anterior. Protagonistas, López Silva, que volvió a erigirse en mascarón de proa por la banda cordobesista tras unas semanas con un tono más gris. El onubense era el principal bastión para crear peligro, toda vez que en esa primera mitad el Córdoba estaba destinado a lanzar balones largos a un intermitente Charles y a un desconocido Patiño o, en su defecto, a realizar transiciones fulgurantes, las menos. Al apartado protagónico también se sumó un inconmensurable López Garai, que fue a todas, robó infinidad de balones, tuvo tiempo de dar algo de circulación al balón y añadió una dosis de veteranía. Y para finalizar en el apartado de primeros espadas, Gaspar Gálvez, sobre el que se sostuvo el equipo en defensa en unos últimos 15 minutos en los que el conjunto blanquiverde tiraba solo con el corazón, ya que las piernas estaban ausentes y la cabeza no la tuvo ni tan siquiera antes de ese período final.

El capítulo que remataba esa primera parte estuvo dominado por el juego del Córdoba, que acumuló ocasiones para irse al descanso, como mínimo, con el empate, y con una oportunidad final de Espinosa, que obligó a Alberto García a lucirse. Demasiado premio hubiera sido para un filial azulgrana que amagaba pero no generaba claras ocasiones, y muy poco bagaje numérico para un Córdoba que necesita un hombre gol con urgencia. Ultimos pasadores los tiene de sobra, pero no hay quien la empuje. Necesita construir hasta la misma raya final. Difícil.

El Córdoba acumuló casi dos docenas de disparos a la puerta de Oier, la mitad de ellos entre los tres palos, con un solo gol a favor como balance; los de Jémez construyen y crean

Con un Javi Hervás algo más gris, las bandas tomaron protagonismo con un López Silva muy constante y un Borja que asumió responsabilidad mientras el físico le respondió

Jémez metió a Pepe Díaz por un desacertado Patiño. El Barcelona tembló en los balones aéreos durante todo el encuentro, especialmente en la primera mitad. El filial parecía jugar con visera y, todo lo que se escapara a su vista por encima de la coronilla no existía. De ahí el peligro o la oportunidad de segundas jugadas. Pero no se pudo o no se quiso explotar esa flaqueza. Aun así, el Córdoba aumentó el ritmo, dando más alternativas a la trama de su particular novela.

Charles erraba cuando disparaba, solo, ante Oier, cuyo rechace fue recogido por David Prieto, que lanzó demasiado desviado. Al Barcelona le costaba mucho salir y se entregaba a incursiones aisladas por las bandas, principalmente de Tello. Muy poco para la calidad azulgrana y mérito de los locales. Los de Jémez redoblaron y la novela entraba en su fase álgida, con llegadas de López Silva, algún centro de Cerra, acercamientos de Pepe Díaz y la jugada que salvaba un punto, por fin. Hasta para eso debió reposar en otra buena acción del onubense, con disparo de Charles, rechace de Oier y gol, esta vez sí, de Borja. Solo dos minutos después López Silva pudo conseguir los tres puntos para su equipo, pero de nuevo se hizo patente la desconexión en un equipo que es capaz de generar lo que genera este Córdoba y los goles obtenidos. Fue una etapa, corta, en la que los locales estuvieron a punto de plasmar en dígitos lo que por juego habían demostrado en el encuentro. El planteamiento (con gol en contra incluido) y el desarrollo de la trama, con picos más que intensos, se habían escrito. La novela estaba lista para que se escribiera el desenlace. Sin embargo, una vez más, los aficionados esperaron el remate (nunca mejor dicho) y preguntaban: "¿Dónde está la última página?" Habrá que esperar qué ocurre con este Quijote en blanco y verde.