Anoche se asistió a la tan esperada otra Liga . Una exhibición de Primera por el cartel, pero con menos velocidad, definición e intensidad que lo visto por otras plazas. Habrá que habituarse al nuevo escenario. La conclusión que se saca no es tan desfavorable como marcan la clasificación y las sensaciones. Tal vez el Córdoba no esté aún listo para competir por una victoria, visto lo visto, pero cada vez parece más cerca. La cuestión es, ¿cuántos rivales tan retraídos, conservadores y tan asustadizos como el Espanyol quedan por delante? ¿Y lo poco o mucho que ayer se hizo será suficiente ante ellos no solo para ganar, sino para lograr los puntos mínimos para alcanzar la permanencia en la categoría? Porque, visto lo visto, este Córdoba parece muy lejos de todos los otros de arriba.

Por partes. Primero está la intención. Insuficiente para superar a un adversario que puso muchas facilidades a pesar de que entregó el balón y los metros al Córdoba. Aunque tuvo la posesión, en ningún momento se le vio decidido en bloque a ir a por el partido. No dio la sensación de saber hacerlo con claridad. De nuevo a ráfagas individuales y a errores no forzados de su rival. A balón parado y a patadones tácticos de acercamiento al área. Sin profundidad alguna.

Segundo, el planteamiento. Ferrer volvió a dar un giro a su propio esquema. Iago, Abel, López Garai y Fede Vico salieron del equipo, en detrimento de Pantic, Luso, Ekeng y Fede Cartabia. Llamó la atención el doble pivote, más musculoso . Paradójicamente, las faltas las puso el rival porque no quiso el balón. Luego demasiada precaución en casa para tan poca propuesta ofensiva del rival. La decisión solo denota la necesidad (ansiedad) que rodea a un Córdoba que todavía no conoce la victoria en la Liga. Y ya es el único en este aspecto.

También que Albert Ferrer sigue dándole vueltas a lo que quiere hacer --¿lo sabe ya?-- con este equipo. Ahora ofensivo ahora defensivo, sin dar aún (como ya le pasó en su arranque en Segunda A) con la tecla definitiva. Al final, solo es fútbol de protección. Un valor a medio largo plazo en una Liga que no espera a nadie.

Tercero, puesta en escena. Mal va encaminada la solución al principal de los problemas, el rendimiento ofensivo, si ayer Ghilas se confundió con Havenaar y Rossi con su versión pasada aunque adelantase metros. Aunque matizable, la comparación sirve para comprobar que tal vez no había un problema de fichas, sino de interpretación, de puesta en valor de las características ofensivas del plantel. Ferrer sigue sin encontrar una respuesta adecuada a la poca verticalidad y, menos aún, a las transiciones defensa-ataque. Se esperaba mucho más del italiano en el enganche, pero el juego más peligroso transitó por la banda de Gunino. Incluso Ekeng, multiplicado por su voluntariedad y físico, estuvo más cerca de la última línea por su gran movilidad.

En definitiva, con muchas dudas aún en cuanto a intención, planteamiento y puesta en escena, lo favorable que dejó la jornada fue que habrá equipos, como el Espanyol, que tendrán los mismos problemas que el Córdoba; a poco que Ferrer dé como hace un curso con la tecla y el equipo gane en confianza y experiencia serán en cierto modo más asequibles. Pero, ¿habrá hasta entonces la confianza y empeño de hace un año? Se verá.