Francia y Suiza han cerrado con un empate el primer día de la final de la Copa Davis de tenis, que ha mostrado a un gran Stanislas Wawrinka y a un taciturno Roger Federer arrasado por Gael Monfils. Wawrinka puso en ventaja de 1-0 a Suiza al derrotar al francés Jo-Wilfried Tsonga por 6-1, 3-6, 6-3 y 6-2. Poco después, Monfils se ha deshecho de Federer con un impactante 6-1, 6-4 y 6-3 para devolverle la esperanza al público en Lille, en el norte del país.

"Hoy era importante mostrarles que yo estaba ahí", dijo Wawrinka acerca de los espectadores franceses. "Quizá están demasiado enfocados en Roger y se olvidan de que estoy ahí". No hubo dudas de que los franceses notaron que Wawrinka estaba allí, para decepción de los más de 20.000 aficionados locales en un estadio Pierre Mauroy que, con 27.432 espectadores, ha marcado un récord de público en partidos oficiales de tenis.

Un rato más tarde, Monfils elevaría el ánimo de los 'bleus', que buscan su décimo título. Los galos fueron otras siete veces finalistas, pero no ganan desde 2001. Suiza, que solo jugó la final en 1992, aspira a sumarse a la lista de campeones. Para ambos, el partido de dobles de este sábado será clave, y los dos capitanes pueden "marear" al rival cambiando las parejas hasta poco antes del encuentro.

TENSIÓN E INCERTIDUMBRE

Federer entró al estadio bajo los acordes de 'Welcome to the jungle', aunque lo que parecía una amenaza se vio enseguida que no era tal: todos los aficionados franceses aplaudieron de pie al suizo, un hombre que no sabe lo que es jugar con público en contra. Ceño fruncido y movimientos controlados, a Federer se lo veía tenso, y pronto se comprobaría que tenía razones suficientes para estarlo. La lesión de espalda que sufrió el sábado en Londres dolía en la mente del suizo, daba esperanzas a los espectadores y, por supuesto, condicionaba la actitud de Monfils ante el encuentro.

A diferencia de Tsonga, el número dos francés entró encendido y con decisión al partido. Mala noticia para Federer, que pronto se encontró corriendo de un lado al otro e intentando controlar el tenis ofensivo del número 19 del ranking mundial. No pudo. Monfils quebró el servicio del segundo mejor jugador del planeta y se adelantó 3-1. El francés, que hasta hoy había perdido ocho de las diez veces que se había medido al suizo -y todas las que jugaron sobre arcilla- se movía en trance, sobreexcitado y con un tenis que se resumía en salir a matar o morir. El brazo de Federer se demostró tan prodigioso como siempre, pero en el tenis se necesitan también piernas y explosión física, precisamente lo que no podía ofrecer el suizo, que en los últimos seis días había sumado apenas 90 minutos de tenis en la cancha.

Así, entre silbidos del público a Federer por discutirle al juez de silla una decisión y el tenis supersónico de Monfils, el primer set se fue por 6-1 al bolsillo del francés.El 'Get Lucky' de Daft Punk matizó el cambio de lado, casi un irónico mensaje para Federer, que necesitaba urgente un golpe de suerte que modificara el rumbo del partido. Ese cambio de rumbo nunca llegó. Monfils seguiría sumando más aciertos que errores ante un Federer limitado y sin respuestas. Celebró con golpes en el pecho su triunfo y que el viernes terminaba 1-1.

NERVIOS LOCALES

Como tantas otras veces en la historia de la Copa Davis, el dobles se volvía clave.Todo un alivio para Francia, que había comenzado el día con un duro golpe, la derrota de su mejor jugador. En una fría aunque soleada tarde en el norte de Francia, tres potentes derechas le dieron a un dominante Wawrinka el primer punto del partido 11 minutos después de las dos de la tarde. El suizo quebró enseguida, se adelantó 3-1 y gritó un "¡¡vamos!!" coreado por sus compañeros al borde de la cancha, entre ellos un activo y nervioso Federer.

Imponente, Wawrinka ganó su servicio en cero para situarse con ventaja de 4-1. El público francés se lanzó a alentar a Tsonga, aunque sin ocultar cierto desconcierto. La euforia se instaló en cambio en los hinchas suizos, clara minoría en el estadio.Tenis ausente y manojo de nervios evidente, Tsonga volvió a ceder su servicio y Wawrinka no perdonó: 6-1 en apenas 26 minutos de juego.

Consciente del momento, Arnaud Clement, el capitán francés, comenzó una sesión psicológica a trozos, hablándole intensamente a su jugador en cada cambio de lado. La idea era revivirlo. Lo logró por un rato, porque Tsonga se llevó el segundo set por 6-3. Francia volvía a sentirse viva. Llegó entonces el minuto 95 del partido, clave en su desarrollo: Tsonga sacaba con la presión de un 2-3 y 30-40 en el tercer set y falló el primer servicio. El segundo entró, pero no sucedió lo mismo con su derecha posterior, un nervioso ángulo invertido que se fue por el pasillo de dobles. Suiza volvía a soñar con el 1-0.

Un golpe marca de la casa -revés cruzadísimo en ángulo corto- le dio a Wawrinka el parcial por 6-3 para adelantarse dos sets a uno y situar a Tsonga, físicamente la reencarnación de Muhammad Alí, contra las cuerdas. Tsonga ya no regresaría de allí. Con una subida a la red y definiendo con una volea de derecha, Wawrinka cerró en dos horas y 24 minutos el partido para que Suiza mandara en la final.

Seis días atrás en Londres, Mirka Vavrinec le había gritado "llorón". Hoy, ausente en Lille, ni la señora de Federer dudaría en aplaudir a Wawrinka, el hombre que fue a buscar a su esposo para consolarlo con un abrazo apenas consumada la derrota.