El ciclista holandés del Trek-Segafredo Bauke Mollema se ha adjudicado esta tarde la 36 edición de la Clásica San Sebastián gracias a un ataque en la cima del alto de Murgil, cerca del final, con el que se ha impuesto por este orden a Tony Gallopin, Alejandro Valverde y "Purito" Rodríguez.

La prueba ciclista donostiarra se decidió en el pronunciado puerto de Murgil Tontorra, a escasos kilómetros de meta.

El trío perseguidor no se puso de acuerdo en la bajada para poder neutralizar a un Mollema que ha brillado también en el Tour de Francia y que empieza a ser un corredor de muy alto nivel.

Mollema entró en solitario en la meta de San Sebastián y, en el sprint posterior entre los perseguidores, Gallopin se hizo con la segunda plaza por delante de Valverde, a cinco segundos del vencedor. "Purito" entró unos metros por detrás.

La carrera, disputada con un tiempo excelente para el ciclismo, sin sol y con temperatura agradable, transcurrió controlada por los equipos que, como Movistar, tenían opciones de triunfo al final.

La participación de lujo contaba también con otro ciclista que entraba en todos los pronósticos, el británico Adam Yates, ganador del pasado año, y que tendría sus opciones en el tramo final porque hasta ese momento el control de los líderes fue férreo durante casi 200 kilómetros.

En el puerto de Jaizkibel, que une las localidades de Pasaia y Hondarribia, comenzó el movimiento. Se formó un grupo de nueve hombres, entre los que no había representación del Movistar Team y en el que Mikel Landa (Sky) era una de las ruedas a seguir, aunque serían cazados en el descenso.

Quedaban 45 kilómetros y el pelotón estaba unido esperando los últimos 10, en los que se encontraba el alto de Murgil, un laberinto de curvas en el que todos los directores intuían, como así ocurrió, que se iba a decidir la carrera.

Movistar y Katusha tomaron el mando de la prueba en ese punto para arropar a Valverde y Joaquim Rodríguez antes de entrar en la penúltima dificultad del relieve, el alto de Arkale a 35 kilómetros de meta, donde Cannondale lo intentó para lanzar al colombiano Rigoberto Urán pero la dictadura en el grupo era férrea y no se concedieron licencias.

Llegó Murgil Tontorra y se cumplieron los presagios. El pelotón se hizo añicos en el tramo más duro, con un 25 % de pendiente máxima, motivado por el alto ritmo impuesto por un Orica que quería revalidar triunfo con Yates, pero el que se beneficiaba era Joaquim Rodríguez que había leído perfectamente su momento y lanzó el ataque.

Le siguieron Mollema, Gallopin y Valverde y fue el holandés el que dio el hachazo en la cima mientras que el resto de escapados dudaron y no acordaban una colaboración para neutralizarle.

El pacto no terminaría de alcanzarse y el corredor del Trek-Segafredo, que obtenía 10 segundos de ventaja a dos kilómetros de distancia, se plantó solo en la meta del Boulevard para dar la gran sorpresa por delante de todos los favoritos.