Parecía que pasaba por allí, por el área del Apoel, rodeado de defensas amarillos. Parecía que estaba mirando en primera fila el disparo de Rafinha desde el balcón de la casa de Urko. Pero Messi nunca está por estar. Todo lo que hace tiene un sentido. Cuando pasa, cuando remata, cuando asiste. Y hasta cuando se le ve por el interior del área como si la jugada no fuera con él. Disparó Rafinha y allí, con la punta de su bota derecha, andaba el genio de los récords dispuesto a cambiar la trayectoria de la pelota para batir a Raúl como máximo realizador de la Liga de Campeones. En el gol 72, Messi firmó un gol de Rául. De pillo, de listo, de delantero centro, de astuto, de tipo que no desperdicia ni un segundo de fútbol.... De Messi.

En tres días, el genio de los récords se ha liquidado del siglo pasado (Zarra lo ostentaba en solitario desde hacía 59 años) y otro de este siglo, pertenecía a Rául. Y los tres con su pierna mala, con la derecha. Y ambos en el área. De nueve puro, pese a que anoche en Nicosia lo envió Luis Enrique de salida a la derecha. Pero es solo su punto de partida porque Messi acaba siempre decidiendo donde y cómo juega.

De la banda al centro

Aunque pareció estar pegado a la cal chipriota duraba poco ahí porque se venía de la banda al centro del área para sembrar el terror, curiosamente, firmando goles con la derecha. Con la derecha también rubricó su gol 73 en la Liga de Campeones, el quinto en tres días, símbolo de esa inacabable reinvención táctica que está protagonizando el delantero. En su primer tanto al Apoel fue Rául. En el segundo, en cambio, fue Messi, con un sello raulista por ese balón picadito. Y en el 74 dio una lección de inteligencia táctica al no intervenir en la jugada para evitar el fuera de juego y rematar, de nuevo, con la derecha. Moviéndose en ambas acciones como delantero centro, de aquellos de toda la vida, indetectable para los débiles chipriotas.

Zarra tenía 34 años cuando se coronó como máximo goleador de la Liga. Hasta que llegó Messi, con apenas 27, para firmar, como diría Guardiola, «una animalada» y no solo batir su récord sino, al mismo tiempo, engrandecer el legado del exdelantero del Athletic. Tenía 33 años cuando Raúl, entonces jugando en el Schalke 04, estableció un registro espectacular en la Champions. En tres días, adiós a Zarra, adiós a Raúl. Y con sendos triples, igual que cuando se convirtió ante el Granada en el máximo goleador de la historia del Barça por delante de César, igual que cuando marcó un triple ante el Madrid para ser el máximo ariete de los clásicos.

Capaz, además, Messi en sus 74 goles de marcar casi por igual tanto en el Camp Nou (38) como fuera (34), además de los que logró en las finales de Roma (2009) y Wembley (2011) teniendo siempre al United de invitado a su fiesta. Aniquiló a Zarra. Fulminó a Raúl. Pero lo trascendente es que Messi sonríe.