Hoy sí tengo claro el titular.

"Parece que se ha levantado fresco, ¿quieres una chaquetilla?". Pero salgo en manga corta y dejo marcada la rueda de la bici en mi pantalón. A la lavadora.

Un muchacho afeitado sube las escaleras del anfiteatro con una bolsa de patatas Rufles jamón. Le recita a otro las paradas de su viaje nocturno del viernes. De los cuatro sitios que menciona solo me suena uno. Acaba en un after y llega a su casa a las nueve y media de la mañana. Dice que lo único que ha hecho hoy ha sido dormir, y que se ha levantado, duchado y venido al fútbol sin comer. Mientras el nene se paseaba por las discotecas de la ciudad, yo veía un concierto acústico de un gallego y su guitarra, y a la una y cuarto estaba en mi casa. Ocho horas de diferencia. Un buen puñado de años.

La misma diferencia que hay en el estadio. "Hoy al menos vamos a ver fútbol", dice un veterano seguidor cuando ve el brío y el desparpajo de los jóvenes bilbaínos. Suena un tambor lento y tedioso y supongo que al muchacho le debe doler la cabeza.

A tu edad todo es euforia, ya querrás descansar. Supongo que ves la vida de los mayores aburrida, pero es más práctica, al no perder tantas horas en la cama ni en días vacíos por culpa de esa resaca que solo te permite comer patatas fritas de bolsa.

¿Ves lo que les ha pasado a los chavalines del Athletic? Mucho jolgorio y el que marca es el Córdoba, el veterano Córdoba, que no había dado una sola voz en 20 minutos.

Recuerdo que octubre era mes de novatadas en la universidad. Durante un mes salíamos todos los días con cartones de calimocho al parque, a novatear a los recién llegados, a obligarles a presentarse haciendo algún baile ridículo, a pedirles todo tipo de favores. Novato, lléneme el vaso de hielo.

Se presenta Álex Ramiro, 20 años, portero del Bilbao Athletic, y les voy a regalar un mano a mano. Se presenta Yeray Álvarez, 20 años, defensa del Bilbao Athletic, y les voy a regalar un penalti. No escarmientan. Uf, ya no bebo tanto, prometes. Pero vuelves a beber, y a pedirle a tu amigo de siempre que te lleve a casa. Los mayores también se equivocan, que mira la tontería que ha hecho Markovic, y hasta Stankevicius, con 34 años, también regala. Parece un día de novatadas, ¡a ver quién hace la más original!

Sí se ha levantado aire, pero el justo para que resulte agradable. Mi cuerpo dice que tengo frío, a juzgar por el vello, pero no estoy de acuerdo. No hay que fiarse de la primera apariencia. Mira el marcador, 1--0, y el Córdoba solo ha disparado dos veces.

Decía el campositor gallego en una canción que los jóvenes mueren antes de tiempo. No sé qué habrá sido del muchacho. Supongo que se habrá terminado la bolsa de patatas, que volverá pronto a sus recorridos nocturnos, que seguirá disfrutando aquí sus días de resaca, contagiado de esta agonía en la que se han convertido últimamente los partidos del Córdoba. Jóvenes y mayores se saludan en el centro, tan amigos, igual que en el parque de las novatadas, y así acaba la tarde, aún con la claridad del atardecer, una claridad parecida a la del amanecer.

No me hace falta la luz de la bici. Me refugio entre los coches para recibir algo de calor. Varias motos abren gas y pasan junto a mí haciendo un ruido realmente desagradable. No recordaba que era sábado noche.