Frente a un pequeño restaurante de la Ribera esperaba un grupo de una decena de jóvenes a que Zidane y su esposa, Veronique Lentisco Fernández, descendiente de almerienses, acabaran de almorzar para hacerse fotos con el técnico madridista y pedirle autógrafos. Incluso había nervios entre unas chicas que se acercaban a «nuestro ídolo». También había madres que querían una firma para sus hijos, «que son muy madridistas». Habían comido con tranquilidad y prácticamente solos, aunque desde las cristaleras que dan a la calle se distinguía perfectamente su figura. Los empleados del local pedían a los aficionados que «por lo menos le dejen comer».

Desde primera hora de la mañana corría el rumor por Córdoba de que la pareja había sido vista en varios lugares acompañada de una guía turística. Con un anorak oscuro, gafas de sol, gorra y zapatillas deportivas, Zizou no era fácil de reconocer, pero de vez en cuando alguien se le quedaba mirando al cruzarse por las calles y dudaba si se trababa de él. Los más atrevidos se le acercaban para preguntar «¿tú no eres Zidane?», que el entrenador aceptaba con una sonrisa.

La noche anterior la habían pasado en un hotel de cinco estrellas del centro y a media mañana visitaron el templo romano de Claudio Marcelo, junto al Ayuntamiento. Fue ahí donde comenzaron los viandantes a identificarlo. Y el siguiente paso fueron los mensajes en las redes sociales y alguna que otra foto. Los medios también se hicieron eco de la noticia a través de sus versiones digitales. En la web de este periódico (www.diariocordoba.com) fue la información más leída tanto en Twitter como el Facebook.

En busca de la foto

Evidentemente, en el recorrido no podía faltar el principal monumento de la ciudad, la Mezquita-Catedral. En más de un restaurante de la Judería, maitres y camareros estaban atentos por si el exfutbolista se dejaba caer y si se les preguntaba si lo esperaban a comer respondían que «no, pero no nos importaría», señalaba el responsable de sala de un establecimiento de esa zona. En la pared de cualquier restaurante quedaría bien una foto del exjugador del Madrid y de la selección francesa.

En el Patio de los Naranjos pasó casi desapercibido hasta que un fotógrafo se dio cuenta de su presencia y las tornas cambiaron. Siempre con corrección aceptó retratarse con los turistas.

Hombre de pocas palabras, el entrenador francés del Real Madrid comentó que «me ha gustado todo y me ha encantado la Mezquita». Esta frase la decía a las puertas del restaurante mientras firmaba una camiseta del equipo que dirige.

El regreso al hotel fue lento. Zidane no negaba posar con nadie que le pidiera una foto y recibía el apoyo de turistas que le animaban a que el Real Madrid gane la Liga.

Hasta las vendedoras del ramos de romero de la calle Torrijos se percataron de la presencia del francés y fueron a su busca hasta la calleja de las Flores. Después de aquello, apretó el paso camino del hotel. Según parece, tenía previsto regresar a Madrid por la tarde. A su equipo le queda trabajo.

La ocasión anterior

Zidane contestó «sí» a la pregunta de si era la primera vez que visitaba Córdoba, seguramente porque la anterior no estuvo de turismo, sino de trabajo y, por supuesto, no se alojó en un cinco estrellas.

En el otoño de 1991 se disputó un partido entre las selecciones nacionales sub 21 de España y Francia. El antiguo estadio de El Arcángel estaba impracticable y los futbolistas tuvieron que ir a entrenar a Montilla, donde no pudieron disfrutar de agua caliente en las duchas.

El partido acabó 0-0. Zidane salió en la segunda parte y fue expulsado por agredir a Lizarralde. En La Roja de aquella época jugaba el cordobés Rafa Berges y un joven catalán llamado Pep Guardiola. En tres ocasiones se enfrentaron como jugadores; en dos de ellas venció el galo, mientras que el actual entrenador del Manchester City ganó en el Olímpico de Roma en un partido de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y la Roma.

La comida del equipo francés se sirvió en el desaparecido hotel residencia Andalucía, en la calle Zorrilla, detrás del Gran Teatro. En la foto de archivo se puede ver a Zidane almorzando con sus compañeros y luciendo pelo.

Ayer demostró temple para aguantar a quienes se le acercaban en busca de esa imagen que a buen seguro circulará en los grupos de Whatsapp de los amigos para poder decir eso de «tengo una foto con Zidane».