Lydia Valentín está en Barcelona. Esta sábado se pone delante de 300 personas en una clase magistral de fitness, patrocinada por Bridgestone, bajo el lema 'Persigue tu sueño, supera los obstáculos', que viene como anillo al dedo a una deportista que ha llegado a lo más alto en su modalidad, la halterofilia, tras superar multitud de piedras en el camino y vicisitudes de lo más pintorescas. La leonesa de Camponaraya, pequeño pueblo cercano a Ponferrada (León) donde nació hace 31 años, es la única deportista que en un mes ha sido medallista olímpica tres veces… en tres Juegos distintos. A principios de agosto se enteró de que el podio de su categoría (75 kilos) de Londres 2012 se había caído entero al reanalizarse las muestras antidopaje, lo que le daba la victoria; el día 12 se colgó el bronce en Río 2016, y pocos días después de regresar a casa otra revisión de Pekín 2008 la llevó del quinto al segundo puesto. Oro, bronce y plata en un mes.

-¡Qué montón de sensaciones debió sentir durante ese mes, ¿no? !Muchísimas. Fue la mezcla de muchos sentimientos. Primero sentí una alegría inmensa, pero después piensas: ¡Cómo me han podido fastidiar tanto! ¡Cómo es posible que se permita esto! Estamos hablando de deporte. Cuando un deportista se dopa deja de ser deportista y esto deja de ser deporte. Y aquí se ha demostrado que se han hecho muchas trampas que deben ser duramente castigadas.

-¿Qué ha sido lo más doloroso de todo este proceso? Hemos estado durante ocho años trabajando a la sombra cuando, en realidad, éramos campeones y subcampeones olímpicos. Pienso en todo lo que hubiera vivido, lo que hubiera pasado, el recorrido que habríamos hecho en los entrenamientos, las facilidades que habríamos tenido yo, mis compañeros y la propia federación, que es una federación pequeña, si todo esto se hubiera sabido antes y se hubiera castigado en su momento.

-Usted tiene (o tendrá, cuando se complete todo el proceso) tres medallas olímpicas, pero solo tuvo oportunidad de subir al podio una vez, con el bronce en Río… Sí, ahora sé lo que se siente al subir a un podio olímpico, y me han arrebatado esa sensación en dos ocasiones. Una de ellas, incluso oyendo el himno, con toda la gente emocionándose contigo. Para eso se entrena realmente un deportista.

-Y luego está el aspecto económico. Los 94.000 euros por el oro del 2012, los 48.000 por la plata de Pekín, los 180.000 no abonados por el diferencial en el programa ADO… Hace unos días me reuní con el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, y me dijo que esté tranquila, que no me preocupe, que pedirá al COI y a la federación internacional que sancione a las chicas, que va a luchar tanto por las medallas como por los premios. Yo, por mi parte, voy a reclamar todas estas cosas porque estoy en mi derecho. Al final, las medallas son de las personas que las consiguen honestamente. El momento in situ de recibir las medallas ya no lo voy a vivir, pero después de salir tan malparada, tan dañada emocionalmente, voy a reclamar porque, aunque tarde, se tiene que hacer justicia.

-En alguna ocasión ha declarado que los positivos en los reanálisis realizados por el COI tampoco le habían sorprendido mucho. Algún día tenía que pasar, y ha pasado ahora, gracias a Dios. Todo esto se veía venir. Sabía que competía contra rivales que no iban limpias. La chica que ganó en Londres [se refiere a la kazaja Svetlana Podobedova] había estado sancionada durante cuatro años, eso es un hecho. Sabía que había hecho trampas, y no es raro que la volvieran a pillar. Hubo otra que ha dado positivo tanto en Pekín con en Londres. No es bueno acusar sin saber porque todo el mundo es inocente hasta que se demuestra lo contrario, pero…

-En los reanálisis efectuados han caído casi todas sus rivales. ¿Qué significa eso para usted? Pues que soy la campeona en Londres y la subcampeona en Pekín y, sobre todo, que se ha demostrado que me tienen que ganar con dopaje; si no, no son capaces. Pero lo que más me satisface es que la gente sepa gracias a mi ejemplo que es posible subirse a un podio olímpico, mundial o europeo estando limpio. Hace un tiempo, eso era impensable, y ahora tienen un referente. Pensarán: ‘si ella lo hizo, ¿por qué no lo voy a hacer yo?’ Y esto es superimportante para mí.

-Además de ser un referente para los demás levantadores o levantadoras, eso también es un buen ejemplo para los niños, ¿no? ¿Ve ahora más niñas que quieren dedicarse a esto de las halteras? Sí, sí. Incluso muchas madres se ponen en contacto conmigo porque sus hijas quieren hacer lo mismo que me han visto hacer a mí. Ahora tienen una referencia, no como cuando yo empecé en el polideportivo de Camponaraya. A mí me gustaban todos los deportes, y destacaba en varios: atletismo, baloncesto… Un día el entrenador me hizo probar la halterofilia, con 11 años, y quedé enamorada de este deporte.

-¿Es adecuado para las niñas? Desde luego. Llevo compitiendo más de 15 años y solo me he lesionado una vez, a finales del 2015. Es un deporte que no es nada lesivo porque no hay impacto. Se trata de pulir la técnica y trabajar mucho la musculatura y la fuerza para aguantar las cargas. Sí es verdad que se necesitan algunas condiciones, innatas o adquiridas, para despuntar, como coordinación, flexibilidad, elasticidad muscular, fuerza explosiva, saber reaccionar a los movimientos… Y en cuanto al peso, levantas lo que has entrenado y trabajado: no amaneces un día con superpoderes.