La historia de Pablo Laso en el Madrid es una historia de perseverancia, de tenacidad y determinación. El técnico vitoriano de 49 años que ha cambiado la jerarquía en el baloncesto español, relegando al tiempo al Barcelona a un papel secundario, sabe que su silla llegó a moverse, y mucho, antes de inaugurar esta era triunfal.

Sucedió tras la última Liga de la era Pascual en el Barça, en el 2014 cuando el Madrid que batía récords, perdió también la Euroliga. Y el club blanco se planteó el relevo en el banquillo. La frontal oposición del mánager Alberto Herreros (y también el dinero de la indemnización), impidió la salida de Laso.

«No soy resultadista»

Esa decisión cambió la historia. Laso se mantuvo como el dueño del banquillo y en el 2015 firmó un triplete histórico (Liga, Copa y Euroliga) que lo ha convertido en el nuevo mesías del baloncesto blanco, aunque el propio Laso, después de conquistar su quinta Copa en Vitoria frente a un orgulloso Valencia, y en plena euforia, admitió que es consciente de su situación. «No soy un entrenador muy resultadista. Sé cómo va el negocio, si pierdo me iré a la calle», dijo el técnico blanco para explicar su filosofía. «Yo hago las cosas convencido. Poco a poco los jugadores han ido entendiendo lo que yo quería y por eso estoy orgulloso del trabajo realizado. Para ganar, hay que trabajar, no se gana por suerte».

La Copa conquistada por el Madrid en Vitoria este fin de semana es el 13º título de los blancos en cinco años y medio. En una espléndida racha que se inició en el 2012, con una Copa arrebatada al Barça contra pronóstico en el Sant Jordi.

Desde entonces, el equipo ha ido creciendo en confianza, reforzando el núcleo duro de jugadores nacionales que son una buena parte de su éxito (Llull, Rudy, Reyes , del que han desaparecido Sergio Rodríguez o Hernangómez, y ha entrado gente de la cantera como el emergente Doncic) y apostando por la continuidad de extranjeros contrastados como Carroll, Maciulis o Ayón para lograr más identificación.

«Cuando llegó Pablo Laso empezamos a ir para arriba y creer en nuestras posibilidades», explica Sergio Llull, uno de los triunfadores de la Copa de Vitoria con su título de MVP de la final. «Laso nos dio mucha confianza, nos dio ese empujón que necesitábamos para sacar esta calidad y llevar estos años de éxitos».