Heidi Krieger que, como mujer, fue campeona de Europa de lanzamiento de peso en 1986 y víctima del dopaje de estado de la RDA, y hoy es Andreas, considera que el deporte actual "no es más limpio" que en los años ochenta y que desde los gobiernos se incita directamente a los estimulantes.

Krieger, que sufre graves problemas de salud por las sustancias consumidas creyendo que eran vitaminas, ha denunciado, en una charla ante alumnos del instituto Alto Conquero, que el deporte actual está muy alejado de los "valiosos valores que promueve" y que actualmente hay muchas sustancias "muy desarrolladas y muchas maneras de esconderlas y no ser detectadas".

Ha señalado que el ministro de Deporte alemán y el presidente del Comité Olímpico de su país han puesto en marcha una medida para que se premie con una cantidad económica mayor la consecución de una medalla de oro olímpica, algo que para él es "una forma escondida de que el dopaje se expanda y haya más casos".

Krieger ha relatado que, con 16 años, su entrenador le daba unas píldoras azules, que supuestamente eran vitaminas y contenían testosterona, que fueron masculinizando su cuerpo y afectando a su salud.

Al respecto, ha indicado que pese a que hubo un juicio en el año 2000, "por desgracia" muchos de esos entrenadores que daban sustancias dopantes "todavía hoy siguen entrenando": "estaban en el meollo pero oficialmente no constaban en ningún lado", ha dicho.

Krieger ha afirmado que sintió que le "robaron" su identidad sexual y ha confesado que, tras retirarse en 1991, tuvo que encontrarse a sí mismo "por completo", ya que llegó incluso a pensar en suicidarse porque su cuerpo había cambiado y era el de un hombre, y tenía miedo a preguntarse "quién era realmente".

Ha expresado que uno de sus "principales problemas" era que no conocía la palabra transexualidad y que cuando alguien le habló de ello comenzó a entender lo que le pasaba.

Ha asegurado que como mujer "quería ser la primera en lanzar 23 metros" y que ahora tiene la satisfacción de que siente que encaja; y señalado que en 2002 se casó con una mujer y fue para él "como si le tocara el gordo de la lotería".

Krieger ha recordado que con 16 años ingería sin saberlo 885 miligramos de testosterona, que la cantidad creció y que, dos años más tarde, tenía 105 kilos "de pura masa" y mejores marcas, que atribuía a que "entrenaba mucho", aunque no fue hasta que se retiró cuando conoció la verdad.

En 1986, logró el título europeo con una marca de 21,10 metros con 21 años y los niveles de testosterona en su cuerpo eran muy superiores a los que, de manera natural, produce una mujer y también un hombre, por lo que tuvo "muchos problemas".

Ha explicado que alrededor de un 5% de los deportistas dopados en Alemania tuvieron alteraciones de salud "permanentes y crónicos", entre ellos espasmos, crecimiento de pechos en hombre, ausencia de menstruación, excesivo crecimiento de vello, problemas en ovarios y cáncer de mama en mujeres.

Otras afecciones son infertilidad, timbres de voz alterados, daños en el hígado, enfermedades circulatorias, problemas en el aparato locomotor y depresión.