Estadio: El Madrigal. Asistencia: 14.092 espectadores, Terreno de juego: Bien

VILLARREAL: (1) Asenjo, (2) Mario, (24) Bailly, (15) Víctor Ruiz, (18) Jaume Costa, (4) Pina, (14) Manu Trigueros, (10) Campbell, (23) Gerard, (17) Cheryshev y (8) Uche. Cambios: (7) Vietto por Uche en el 59', (6) Jonathan Dos Santos por Manu Trigueros en el 65' y (19) Moi Gómez por Cheryshev en el 75'.

CÓRDOBA: (1) Juan Carlos, (17) Gunino, (15) Deivid, (3) Crespo, (11) Edimar, (21) Krhin, (23) Abel Gómez, (24) Bebé, (10) Fede Cartabia, (16) Fidel y (28) Florin Andone. Cambios: (6) Luso Delgado por Fede Cartabia en el 58', (9) Héldon por Fidel en el 75' y (14) Ghilas por Florin Andone en el 81'.

EL ARBITRO: Iglesias Villanueva (C. Gallego). Amonestó al local Bailly (89') y a los blanquiverdes Crespo (18'), Abel Gómez (86'), Héldon (87') y Gunino (89').

LA CRÓNICA

Era la primera reválida después de que desde la propia cúpula del club se diera la temporada por deshecha, inservible y fracasada. El propio Romero se resistía en la previa a entrar por el camino marcado por la cabeza visible del Córdoba y, aun con muchas anotaciones a pie de página, finalmente el conjunto blanquiverde arrancó un punto de El Madrigal, un campo nada fácil. Entre las anotaciones hay que señalar que los amarillos no contaban con varios de sus hombres franquicia, esos que marcan la diferencia: Giovanni se cayó en el calentamiento, Musacchio la pasada semana, Bruno hace meses, Vietto debió esperar en el banquillo --y cuando salió era demasiado tarde-- y el Villarreal notó tanto contratiempo acumulado ante un Córdoba que llegó con la idea de ser lo más estable posible en defensa, lanzar alguna transición para dar la sorpresa y, transcurrida algo más de la mitad del encuentro, ir atrincherándose paulatinamente para arrancar al menos un puntito. Lo hizo porque la suerte fue favorable (dos lanzamientos a la madera y un penalti en contra no pitado en el 91') y también porque Juan Carlos fue, de largo, el mejor de los cordobesistas, con al menos media docena de paradas, algunas de ellas de sobresaliente. Un puntito, en definitiva, que no rompe el adiós oficial a Primera marcado por el club en esta semana, pero que mantiene una distancia peleable con el puesto destinado al menos malo de los malos. Y cruzar los dedos para que en verano aparezca ese clavo ardiendo.

Marcelino alineaba a sus dos únicos centrales disponibles y metía a Campbell ante la lesión en la previa de Giovanni. Por su parte, Romero daba la titularidad a Deivid en el centro de la defensa, meses después. Abel Gómez acompañaba a Krhin en el 1-4-2-3-1, Fidel intentaba sin éxito algo por la izquierda, Fede Cartabia aún no se sabe cuál era su cometido y Bebé era el sostén atacante de los blanquiverdes en un duelo que comenzó con una respuesta del luso al primer disparo de los locales. Bebé se iba de Jaume Costa y centraba raso hacia Florin, pero Asenjo se adelantaba a las intenciones del joven delantero rumano.

Poco después, Campbell estrellaba el primer balón en la madera para los locales, que ya daban muestras de que el de ayer no iba a ser su día. Se entró en una fase en la que el Córdoba no sufría en exceso y llegaba, casi siempre a través de Bebé, por las inmediaciones del área de Asenjo. Eso sí, con la inocencia desesperante de toda la temporada, con la inmadurez eterna de "lo hago yo solo" y, todo hay que decirlo, con la ya conocida falta de calidad generalizada. Florin no remataba un centro raso de Bebé, que de nuevo puso a prueba a Asenjo en un centro en el que el portero no dudó en salir a por el balón. La calidad de los locales volvió a demostrarse en una pelota sin aparente peligro que enganchó Gerard Moreno casi en el borde del área para estrellarla en la cruceta de la portería de Juan Carlos. Pero el partido discurría por las mismas pautas de incapacidad del Villarreal para combinar y llegar al área con peligro y en la inocencia blanquiverde, que desaprovechó alguna falta lateral y más de un córner para intentar poner en apuros a los locales. En los últimos 10 minutos, los amarillos ganaron unos metros en la línea de presión y plantaron la defensiva traspasando el mediocampo. El Córdoba --y el partido-- lo notó. Una desaplicación defensiva de Deivid terminó en un Edimar salvador, despejando a córner ante Gerard Moreno. Cheryshev --un problema durante todo el encuentro-- cedía a Campbell, con todo favor. Crespo entorpeció lo justo para que el disparo saliera mordido, terminando el balón mansamente en las manos de Juan Carlos. Y Gerard Moreno tenía la última antes del descanso. Tras el mismo, pareció que el Villarreal iba a por el partido definitivamente, pero ahí destacó de manera providencial Juan Carlos, que apareció por primera vez de manera protagonista en un cabezazo del extremo cedido por el Real Madrid. El alcarreño despejó a una mano el cabezazo y todo hacía presagiar que en el último cuarto del partido los amarillos se llevarían los tres puntos en cualquier gesto de calidad de sus hombres de arriba. Llegaron antes los cambios: Romero veía lo que se venía y metió a Luso por un pasota Cartabia; poco después, a Héldon por Fidel y en los últimos minutos (quizás debió hacerlo antes), a Ghilas por Florin. Por su parte, Marcelino debió meter a Vietto por un renqueante Uche, a Jonathan Dos Santos por Manu Trigueros y a Moi Gómez por un Cheryshev que también tenía problemas físicos. Esa última ausencia la agradeció el Córdoba, pero aún así, los locales lo intentaron en el tramo final.

Pero siempre se toparon con Juan Carlos. Primero fue Campbell, después fue Jonathan Dos Santos, que intentó en dos ocasiones superar al portero blanquiverde, algo más tarde, Víctor Ruiz remataba de cabeza abajo para encontrarse de nuevo con el alcarreño y, finalmente, de nuevo Campbell hizo volar a Juan Carlos, que se lució a una mano tras un disparo desde 30 metros. En el descuento, los amarillos reclamaron un penalti (lo pareció) de Crespo a Vietto, pero el encuentro tocó a su fin y el Córdoba arrancaba un punto en un escenario improbable a priori y que en otro momento (ojo a ese puesto 18) hubiera sido acogido con alborozo. Al menos, esa dignidad reclamada al equipo por muchos se vio ayer en El Madrigal, aunque Juan Carlos tuvo que salvar la cara.