Después de 23 años llevando la manija de los equipos donde ha vestido su camiseta y mostrando una elegancia exquisita en el manejo del cuero con pases de ensueño, el italiano Andrea Pirlo se despidió este domingo del fútbol tras disputar los últimos minutos en la eliminación del New York City, su equipo, ante el Columbus Crew.

A sus 38 años, el maestro o Il metronomo (metrónomo, como es conocido en Italia) ya anunció a principios de octubre que había llegado el momento de ceder paso a los más jóvenes. «Te das cuenta de que ha llegado el momento. Cada día tienes problemas físicos, no puedes entrenar como quieras porque siempre tienes algo. A mi edad, ya es suficiente», explicó entonces.

La temprana despedida del New York City de la temporada, sin alcanzar la final de conferencia, tiñó de más amargo el adiós del que está considerado como uno de los grandes futbolistas de los últimos años, y de los más notorios de siempre en su posición.

Pirlo empezó a despuntar en el Brescia, club con el que jugó su primer partido en la Serie A con tan solo 16 años, convirtiéndose en el jugador más joven del conjunto de Lombardía en debutar en la máxima categoría del calcio. Su desempeño, entonces como mediapunta, llamó la atención del rumano Lucescu, por entonces entrenador del Inter de Milán, que lo fichó en 1998.

Tras unas temporadas de naufragio, en las que se combinaron cesiones a clubes de menor entidad y suplencias en el milanés Giusseppe Meazza, Andrea despuntó en el Brescia durante su vuelta en calidad de cedido al club que le vio crecer como jugador. Este resurgimiento despertó el interés del Milan, entrenado entonces por Carlo Ancelotti y presidido por Silvio Berlusconi.

Con el técnico italiano retrasó ya su posición y se asentó en la como centrocampista organizador. Fue en la entidad rossonera donde despegó dentro de la élite, convirtiéndose en el jugador de talla mundial que conquistó dos Ligas de Campeones y dos scudetti, entre otros, asombrando al planeta fútbol y liderando a la Italia campeona del mundo en 2006.

Por ‘el Arquitecto’ también mostraron interés parte de los clubes más importantes de Europa, entre ellos el Barcelona y Real Madrid, como explicó en su autobiografía Penso quindi gioco (‘Pienso, luego juego’).

En el verano de 2006 donde Italia presumía de campeona del mundo, Fabio Capello lo llamó y convenció para fichar por el Real Madrid. Pero como relató en su libro, Adriano Galliani (administrador delegado del Milan), le prohibió fichar por el conjunto blanco. «Era jugador del Real Madrid en mi cabeza, en mi corazón y en mi alma. Tenía un contrato de cinco años esperándome allí y un salario que no era de este mundo», relata en su autobiografía.

Con 31 años, tras una época dorada en el Milan, el mediocentro cambió de aires y puso rumbo a Turín, al eterno rival del Milan y donde conquistó con la Juventus cuatro Ligas, y se quedó a las puertas de hacerse con su tercera Champions, tras caer en la final ante el equipo azulgrana.

Gracias a sus pases precisos, su impresionante visión de juego y la delicadeza a la hora de mover batuta en mano a su equipo, Il Metronomo ha pasado la historia del fútbol como uno de los mejores concertistas del balón de todos los tiempos.