Cada cierto tiempo, Logroño recuerda lo que es el fútbol de elite, ese que se vivió durante una década en el viejo Las Gaunas pero que solo ha regresado al nuevo estadio en ocasiones muy puntuales, como el partido entre España y Luxemburgo.

Aficionados por las calles desde por la mañana, bares llenos, restaurantes llenos, hoteles llenos.... Todo eso que los logroñeses de más de treinta años recuerdan pero que solo han podido contar a sus hijos.

Mientras la ilusión de un equipo de Primera regresa a Logroño, mayores, jóvenes y niños tienen que conformarse con asistir a días como el de hoy y llenar las gradas del nuevo Las Gaunas, un estadio que la mayor parte del año, y en el mejor de los casos, no ocupa dos tercios de su aforo de sus 16.000 asientos.

Hoy todas las butacas se han desempolvado y el campo ha lucido sus mejores galas para recibir al equipo de Del Bosque y comprobar en directo cómo actúan esos jugadores que los riojanos solo pueden ver por televisión o viajando a Bilbao o San Sebastián, lo más cerca.

El lleno, no obstante, costó porque parte del público riojano, como acostumbra, llegó al campo con el tiempo justo; de hecho, cuando calentó España había casi tanta gente fuera del estadio -en un atasco o en un bar- como dentro.

Pero justo antes de los himnos el estadio se llenó para ovacionar la alineación de España al completo, porque los aplausos ganaron con claridad a los pitos cuando sonó el nombre de Piqué.

El minuto anterior a que el balón rodara dio para una tímida ovación a Piqué que, en realidad, solo sirvió para enardecer a quienes pretendían increpar al defensa del Barcelona.

El ambiente de fútbol se estropeó unos minutos, con una lucha estéril en la grada entre pitos y aplausos cada vez que el tres de España tocaba el balón.

Pero, por encima de la anécdota, el público de Logroño y La Rioja se dedicó a ver fútbol, a animar, a cantar -con algunas tonadillas de cuando el Logroñés jugaba en Primera- y a esperar el gol de España, que llegó cuando se aproximaba el descanso, gracias a Cazorla, muy listo para aprovechar un rechace del portero luxemburgués.