Aún seguía contestando mensajes del pasado domingo cuando cinco minutos antes de las siete Lourdes Mohedano aterrizaba en la T-4 del aeropuerto Adolfo Suárez - Barajas. Tuvo que cortar de inmediato porque durante la siguiente hora no le dejaron respirar.

Cientos de seguidores se agolpaban en la puerta diez de las llegadas, con cartulinas hechas a mano y un griterío que impactó, desde lejos, a las gimnastas. Lourdes encabezaba al trío del equipo nacional que llegaba a Madrid, las tres con sus medallas de plata en el cuello, la cordobesa con una sonrisa enorme, sin dejar de saludar, hasta que fue asaltada por continuos grupos de niñas que apenas sobrepasaban los 13 años, precisamente la edad que tenía ella cuando se marchó de Córdoba.

Lourdes llegó con el chándal de la selección y un sombrero que tenía que sujetar con cada abrazo que le daban y que tapaba una melena alborotada. La gimnasta quiere descansar la mente y por eso se marchará de vacaciones desde la misma capital, por lo que no bajará a su ciudad hasta entrado el mes de septiembre. Por eso, Diario CÓRDOBA quiso estar con ella en un momento tan importante, cuando estaba comprobando todo el cariño que recibía de personas anónimas que le aclamaban, padres que le daban las gracias por ser un ejemplo para todas esas niñas que se morían por hacerse una foto con ella.

Entre foto y foto, Lourdes se acordó de su gente y a través de CÓRDOBA quiso mandar un mensaje a toda la provincia. «Gracias a todos los que me habéis apoyado, a mi familia, a mis amigos y a toda Córdoba».

Lourdes estaba en una nube, le llegaban bolígrafos desde todas las direcciones, y ella firmaba con detenimiento, haciendo cada autógrafo especial; la emoción mitigaba al cansancio, podía con las once horas de vuelo. «El recibimiento ha sido una pasada, no nos lo esperábamos; desde dentro estábamos esperando las maletas y escuchábamos las voces gritando y animando. Todo esto es muy grande, todo lo que estamos viviendo, no solo la medalla, sino la cantidad de gente que nos está apoyando y que nos lleva apoyando toda la vida».

Muchas pancartas dibujaban una simbólica medalla de oro junto al rostro de las chicas. Pero Lourdes no quería polemizar con las puntuaciones, solo disfrutar de su gran momento.