Cuando en 1991 el Giro vio la luz en la turística ciudad sarda de Olbia los ciclistas todavía llegaban a la salida en el interior de los coches de equipo, no se habían inventado los autobuses para el traslado y acomodo de los corredores, por supuesto no existían ni internet ni los teléfonos móviles, y mucho menos las redes sociales. Y, tampoco,Lukas Pöstlelberger, el sorprendente e inesperado ganador de la primera etapa, y por lo tanto primera 'maglia rosa' de la prueba, había nacido.

Su jefe de filas, Peter Sagan, campeón del mundo, proclama del ciclismo mundial, era apenas un bebé, como Nairo Quintana, mientras que Alejandro Valverde, con 11 años, ya sabía correr perfectamente en bici. Incluso los que ahora son los directores deportivos del ciclista colombiano en el Movistar, José Luis Arrieta y Chente García Acosta, no habían debutado todavía en el campo profesional, en un año que marcó la primera victoria de Miguel Induráin en el Tour.

Y por esas calles de Olbia, por las carreteras que conducían a este enclave turístico de la isla de Cerdeña, Arrieta, como director deQuintana, ordenó a sus corredores que en los momentos en los que se podía adivinar peligro en el pelotón se situasen a la cabeza del grupo para proteger a un corredor colombiano que quiere hacer historia y ganar en un mismo año tanto el Giro como el Tour.

Pöstlelberger, sin embargo, solo buscó sorprender, al tomar más rápido que los demás una curva que lo impulsó hacia la victoria y el liderato en el nombre del ausente Sagan, el líder del equipo Bora.